Gastronomía

Rico tapeo a la riojana

Croquetas, tortilla de patata con alegrías, flores de alcachofas confitadas... La Gusa rinde tributo al aperitivo riojano con una enorme selección de tapas, vinos y vermuts.

Álvaro Gutiérrez cambió la economía por la gastronomía después de formarse en míticos como el Echaurren de Ezcaray o La Bomba Bistrot de Madrid
Álvaro Gutiérrez cambió la economía por la gastronomía después de formarse en míticos como el Echaurren de Ezcaray o La Bomba Bistrot de Madridlarazon

Croquetas, tortilla de patata con alegrías, flores de alcachofas confitadas... La Gusa rinde tributo al aperitivo riojano con una enorme selección de tapas, vinos y vermuts.

Economista de profesión, a Álvaro Gutiérrez la crisis le invitó a reinventarse. De ahí que decidiera perfeccionar sus conocimientos de cocina. Antes de inaugurar su propio negocio, hace ahora tres escasos meses, se dejó la piel en El Portal de Echaurren, en Ezcaray, donde aprendió el oficio junto al gran Francis Paniego desde bien abajo, pelando verduras. También, en el madrileño La Bomba Bistrot, que tanto nos gusta, además de en un establecimiento japonés, por eso de conocer las técnicas y productos orientales, antes de estudiar en Le Cordon Bleu. Ya con una buena formación horneada, como todo emprendedor hostelero abrió La Gusa, una agradable taberna de esencia riojana y decoración industrial, que destapa unas paredes de ladrillo visto. La compone una barra, además de mesas altas justo al entrar en las que dar rienda suelta a un rico aperitivo riojano junto al enorme ventanal, que otorga una sensación de amplitud que se agradece. Al fondo, un comedor en el que disfrutar de una experiencia más formal en cualquiera de sus mesas bajas: «Hemos querido traer la misma filosofía que se saborea en un bar riojano en el que destacan las opciones para disfrutar de un buen picoteo, así como platos de cuchara, elaborados con materias primas de nuestra tierra, que aquí echamos de menos», nos cuenta Álvaro. Entre ellas, los caparrones, la judía pinta de La Rioja, que probamos con chorizo y panceta adobada envuelta en un caldo espeso y diferentes verduras. Los elaboran los jueves. Y es que la carta anuncia a diario un plato de cuchara, protagonista de un menú que cuesta 13 euros. Así, los lunes sirven purrusalda con bacalao; los martes, patatas a la riojana; los miércoles, alubias blancas con chorizo; y el viernes, el potaje de garbanzos con bacalao y almejas. Todos llegan a la mesa en una cazuelita, con el fin de que el comensal se sirva lo que desee, según el hambre que apriete.

Para abrir boca, degustamos el clásico chorizo casero de cerdo blanco en sarta (herradura). Las alegrías riojanas, pimientos rojos picantes, las encontramos en la tortilla de patata. Bocado que nos entusiasmó y sí, nos alegró el almuerzo. Es protagonista también de los desayunos de la casa. En las croquetas, saboreamos el sello de Echaurren. Entre los platos para compartir, imprescindible es la ensaladilla rusa, presentada con la mayonesa aparte, los bocaditos de merluza con mayonesa de lima y las lecherillas de cordero con crema de patata y pimiento verde. Además de la selección de vinos, es interesante la de vermuts y los combinados de éste (Boulevardier, Negroni...). El de la casa lleva vermut rojo, ginebra, Campari y angostura.

Resultó la ocasión diez para conocer el Alamillo Reserva. Con base de Jerez, se sirve en vaso old fashion con hielo, aceituna y piel de naranja. Las gildas y las flores de alcachofa confitadas con toque de cítricos resultan sus mejores compañeras de barra.