Angel del Río

Una nueva vida para la Montaña de los Gatos

El Ayuntamiento invertirá 400.000 euros en la rehabilitación de este montículo histórico del parque del Retiro, que podría albergar un centro de interpretación.

Este monte artificial, creado hace 150 años por Fernando VII, lleva tres décadas sumido en el desuso y el abandono. Fotos: Cristina Bejarano
Este monte artificial, creado hace 150 años por Fernando VII, lleva tres décadas sumido en el desuso y el abandono. Fotos: Cristina Bejaranolarazon

El Ayuntamiento invertirá 400.000 euros en la rehabilitación de este montículo histórico del parque del Retiro, que podría albergar un centro de interpretación.

Está situada al este del parque del Retiro, entrando por la Puerta de O’Donnell. Tiene quince metros de altitud y fue levantada sobre bóvedas de ladrillo y mampostería. Olvidada, abandonada, maltrecha y víctima de los grafiteros, el Ayuntamiento quiere recuperar su interior, de planta circular, como espacio cultural, probablemente, para un centro de interpretación del parque, a través de un ambicioso proyecto de rehabilitación. Fue construida por expreso deseo de Fernando VII, para ser el punto más alto del Retiro y divisar desde su cima, toda la grandeza del primer parque urbano de Madrid, cuya cesión a los madrileños, cumple ahora 150 años. La Montaña de los Gatos debe su nombre a que a este lugar acudían los madrileños a enterrar a estos animales, o, simplemente, para abandonarlos.

El anterior gobierno municipal de Manuela Carmena, dejó pendiente el proyecto de restauración y acondicionamiento de la Montaña de los Gatos. Salió a concurso público, pero nadie se presentó; quedó desierto y a la espera de que la nueva Corporación decidiera qué hacer con ello. Ante esta situación, el gobierno de Martínez Almeida decidió a retomarlo y utilizar la fórmula administrativa de procedimiento negociado sin publicidad; es decir, convocar a varias empresas, y que sean los técnicos los que decidan la mejor opción.

El presupuesto supera los 400.000 euros. Lo fundamental de las obras está en resolver las filtraciones de agua, renovar las instalaciones eléctricas interiores y acondicionar los caminos terrizos que conducen a la cima.

También se restaurará la parte más decorativa de este elemento, como es la ría, el estanque y diversas cascadas, evitando las filtraciones de agua que se producían a través de los restos de lo que, originalmente, fue un templete. Filtraciones que han deteriorado gravemente la fábrica de ladrillo del interior. También se procederá a la mejora del arbolado que circunda la montaña.

En el año 1986, el gobierno de Juan Barranco, barajó la posibilidad de derribar la Montaña de los Gatos, a la vista del serio deterioro que presentaba. Pero hizo lo contrario: puso en marcha un proyecto de rehabilitación integral con el ánimo de recuperar este espacio histórico del Retiro y darle un contenido cultural. Una vez realizadas las obras necesarias, su interior podría ser visitable y contar con una sala de exposiciones.

Durante muchos años, la cueva había sido utilizada como almacén de objetos inservibles. Y en varias ocasiones también como refugio de mendigos y de grupos de gamberros que se dedicaron a llenar de pintadas y suciedad sus paredes. Las obras de reforma incluyeron asimismo la limpieza del propio montículo y la construcción de un pequeño mirador. Tras esta rehabilitación, se celebraron varias exposiciones y otros eventos culturales de escasa entidad hasta caer de nuevo en el ostracismo, el abandono y el deterioro sufrido por las filtraciones de agua, un problema al que nunca se acabó de encontrar una solución.

El capricho de Fernando VII

Durante la invasión francesa, el parque del Retiro sufrió serios desperfectos. Dentro de las tareas de restauración de los elementos más afectados, Fernando VII aprovechó esta circunstancia para que se acotara una zona a la que se llamaría el Reservado. Un área «reservada» casi en exclusiva al descanso y a la contemplación del monarca. Y dentro de esta zona, quiso que la planicie del parque contara con un punto de altura desde el que se pudiera contemplar una panorámica tal que la vista alcanzara hasta la basílica de Atocha. Así, el capricho real fue correspondido.

A modo de mirador, se levantó una montaña artificial, realizada en ladrillo, cubierta por bloques de piedras, oculta con hierbas y arbustos, hueca en su interior y rodeada de abundante vegetación. Sobre su cima se colocó un templete cuya base aún se conserva. Una especie de observatorio desde el cual Fernando VII se solazaba en las vistas caprichosas del Retiro. Las obras de este montículo artificial comenzaron en 1817.

Se construyeron tres puertas de entrada por la fachada principal, pintada con motivos pompeyanos y decorada con azulejos de cerámica.

Hay quien apunta a que el verdadero motivo del monarca para mandar construir esta montaña era cubrir, bajo una gran bóveda, una noria que abastecería de agua al parque, sobre todo en las épocas de sequía, aprovechando un viaje de agua que discurría de forma subterránea. Otros aseguran que la idea original era aprovechar su interior para encerrar animales salvajes, lo que podría constituir la expansión de la Casa de Fieras, creada en tiempos de Carlos III e instalada por aquel entonces en una zona del Retiro próxima a la que es hoy la Cuesta de Moyano. Sin embargo, nunca se utilizó para este fin.

¿Un tesoro oculto?

Tardaron los madrileños más de un siglo en bautizarla como la Montaña de los Gatos, pues allí acudían muchos vecinos a enterrar a sus felinos muertos. También fue refugio para los gatos callejeros que saltaban las vallas del Retiro y que encontraban aquí su hogar. Más tarde, acudían los dueños a pasear a sus felinos y despertar la curiosidad infantil.

Un artículo de Juan Antonio Cabezas, publicado en «Abc» y fechado el 15 de agosto de 1954, lo titulaba así: «Una “colonia” de felinos tiene su arcadia en el Retiro». Escribía que, en torno a este lugar de encuentro, se daban cita los entusiastas de estos animales, que se habían constituido en una asociación que respondía al nombre de «Amigos de los Gatos» y que había llegado hasta los oídos del alcalde, conde de Mayalde, la queja por la proliferación de estos animales en el Retiro, así como la necesidad de que se dictara una «orden de expulsión» de los mismos. El alcalde puso paz ante el aluvión de protestas: «Pueden, por el momento, estar tranquilos los gatos y sus amigos».

Esta montaña tiene también su anécdota. En el año 1957, un radiestesista –un captador de radiaciones electromagnéticas– llamado Germán Cervera tenía la certeza de que la Montaña de los Gatos escondía un tesoro enterrado. El Ayuntamiento quedó convencido por las teorías del experto y autorizó esas excavaciones, pero del tesoro no se encontró ni rastro. Sin embargo, no iban desencaminado: años más tarde, en 1968, y muy cerca del lugar, ocurrió que dos operarios que cavaban una fosa hallaron 59 monedas de oro con las efigies de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII.

Después de casi treinta años de escasa o nula actividad y de estar sumida en el abandono, este importante elemento del parque del Retiro volverá a tener contenido cultural, en competencia con su vecina Casa de Vacas, y ser el punto donde se pueda conocer e interpretar la apasionante histórica del primer parque de Madrid.