Elecciones municipales

Los mayores de 44 años deciden

La suma de su voto efectivo, descontada la abstención, alcanza el 62,7 por ciento del censo. El electorado más joven, el 4,5 por ciento del total, tiene un peso pequeño y está muy fragmentado

Frenar la abstención y que los ciudadanos acudan a las urnas han sido dos de las ideas que han marcado la campaña electoral
Frenar la abstención y que los ciudadanos acudan a las urnas han sido dos de las ideas que han marcado la campaña electorallarazon

La suma de su voto efectivo, descontada la abstención, alcanza el 62,7 por ciento del censo. El electorado más joven, el 4,5 por ciento del total, tiene un peso pequeño y está muy fragmentado

Editorial:Partidos nuevos, votos viejos

El resultado de estas elecciones autonómicas y municipales estará muy marcado por el voto de los mayores. El PP, por ejemplo, ha centrado especialmente en ellos su campaña, desde la confianza en que aquí es donde tienen el nicho de voto más fiel y donde más margen tienen, además, para recomponer la ruptura que se haya podido producir durante toda esta Legislatura. A estos votantes iba principalmente dirigido el mensaje de la recuperación económica y de la defensa de la estabilidad política.

De hecho, en el caso del PP, en el comité de campaña creen que en muchos sitios alcanzar la frontera de la mayoría absoluta dependerá de que hayan sido capaces de movilizar a sus votantes más tradicionales sin afectar a la movilización del voto de la izquierda. Los jóvenes tienden a ser una cuenta pendiente para los populares. Y de ahí que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se haya jugado todas sus cartas a buscar a sus votantes, primado a los mayores, y cuidando de no elevar la tensión para favorecer la agitación de la izquierda.

Su campaña ha sido de perfil bajo, intensa, pero huidiza del cuerpo a cuerpo bronco con sus adversarios. Cuando ha aludido a ellos lo ha hecho pensando más en movilizar a los suyos, con la apelación al voto útil para frenar el frente de izquierdas en el que ha colocado a Ciudadanos, que para buscar la réplica por parte de sus contrincantes electorales. En esta jornada electoral estrenan su derecho de voto 1.559.448 votantes desde las elecciones municipales de 2011, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra representa únicamente el 4,5 por ciento de todo el censo electoral español de las elecciones municipales. Pero las estimaciones demoscópicas apuntan que el 48,3 por ciento de estos jóvenes de entre 18 y 22 años no acudirá a las urnas, es decir, que 753.313 optarán por la abstención y los otros 806.235 ejercerán su derecho al voto, pero lo harán de forma muy fragmentada. El partido más votado por los jóvenes recibirá el 11 por ciento de su voto; el segundo, el 10,3 por ciento; el tercero, el 9 por ciento; y el cuarto, el 7,6 por ciento, según la estimación realizada por NC Report.

Estos nuevos votantes están condicionados por su reducido peso en el conjunto del censo, ya que sólo representan el 4,5 por ciento del total; por su elevada abstención, que alcanza el 48,3 por ciento y supera la media de los mayores de 44 años en más de veinte puntos; y, finalmente, por la citada fragmentación de su voto, que contrasta con la concentración del voto de los mayores de 44 años.

Entre los nuevos electores los dos partidos más votados por ellos solo reciben el 21,3 por ciento de sus votos, mientras que en el segmento de 45 a 64 años, los dos primeros partidos suman el 37,9 por ciento, y entre los mayores de 64 años el 49,8 por ciento. Estas cifras confirman que la capacidad de influencia del voto de los nuevos electores en el resultado final de las urnas es muy pequeña. Hay que tener en cuenta que este comportamiento se extiende al resto del voto joven del segmento de 18 a 29 años, que suman 5.282.810 electores sobre un censo total de 34.985.499 electores, por lo que representan tan solo el 15,1 por ciento del total del censo electoral. Reproducen, además, el comportamiento electoral de los jóvenes de 18 a 22 años que ahora se incorporan: bajo nivel de participación, voto difuminado y escaso peso sobre el conjunto nacional.

Descontada la abstención, el voto efectivo de los jóvenes de 18 a 29 años tan solo representa el 11,8 por ciento de los votantes reales, cuando suponen el 15,1 por ciento del censo. Por el contrario, el voto efectivo de los ciudadanos de 45 a 64 años representa el 36,5 por ciento del total de votos, y el de los mayores de 64 años el 26,1 por ciento.

La suma del voto efectivo, descontada la abstención de los mayores de 44 años, representa el 62,7 por ciento del total de votos emitidos, cuando suman el 56,8 por ciento del censo. Esto significa que aunque los mayores de 44 años ya son la mayoría del censo (56,8 por ciento), su mayor tasa de participación hace que realmente el voto de los ciudadanos mayores de 44 años represente el 62,7 por ciento del total de los sufragios emitidos, por lo que la influencia sobre el resultado de la jornada electoral es mucho mayor al que en teoría les correspondería, debido a su mayor participación.

Hoy una de las cifras mágicas será la de la participación. Estas elecciones no tienen modelo con el que compararse por los nuevos actores que intervienen en ellas, Podemos y Ciudadanos, y por la fragmentación del voto que anticipan los sondeos. Una fuerte participación no será señal válida para adelantar un amplio porcentaje de voto en favor de los dos principales partidos porque habrá que ver de qué manera queda repartida la tarta de votantes y de qué manera se sustancia la demanda de cambio.

Los expertos prevén que la participación será alta, posiblemente histórica. Y es posible también que, pese a ello, esta noche todos sean un poco perdedores. Ganará el que menos pierda con respecto al conjunto. Todo dependerá de si los grandes partidos pierden menos de lo que pronosticaban algunas encuestas antes de la campaña, y si los nuevos suben menos de lo que se les ha llegado a augurar.

Todo apunta a que los comicios de hoy podrían pasar a la historia como los que han contado con una mayor participación. A falta de los resultados, la irrupción de nuevas fuerzas, que abren el abanico de posibilidades, podría ser el motivo que lleve ante las urnas a muchos de los que se abstuvieron en 2011, además del descontento ciudadano reinante. Y los últimos sondeos parecen confirmarlo. Hace cuatro años, la participación alcanzó un porcentaje que superó el 66 por ciento y los expertos creen que este año podría ser incluso mayor.

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