Terrorismo yihadista

El infierno que nos tienen preparado

El infierno que nos tienen preparado
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A fuerza de leer escritos del Estado Islámico, se llega a la conclusión, por más que traten de presentarse como los salvadores del mundo, que su criminalidad, maldad en definitiva, disfrazada de superioridad ética y religiosa, esconde unos sentimientos de vulnerabilidad e impotencia.

Saben que lo que predican no es posible, que sus objetivos son inalcanzables y que tienen tantas contradicciones internas que cuando empiezan a hablar no tardan en encontrarse con la primera incongruencia con la que iniciaron su discurso.

Por eso, tienen que optar, en función de motivaciones religiosas que sólo les conducen al fanatismo, a soluciones sencillasque no requieran de mentes mínimamente coherentes y formadas. Lo que hay que hacer, según su “doctrina”, es matar a todos los infieles (que son los que no piensan como ellos, en especial a los cruzados-cristianos) porque lo “manda nuestra religión” (?). Da igual un empresario, jóvenes, niños que juegan en el parque, el jubilado que hace cola para comprar el pan, al que vende el periódico o tiene un puesto de flores, el taxista...da igual. Además, el destino que Alá tiene para ellos es pura y simplemente el infierno. Vamos, que el asesinato es sólo el comienzo de los padecimientos.

Lo del infierno que nos han preparado no tiene desperdicio: torturas, en la que el fuego es el más duro de los castigos. De hecho, cuando la piel se quema, se vuelve a regenerar para quemarse otra vez. La única comida está en los frutos del árbol de Zaqqum. Se trata de cabezas de demonios y el agua que hay para beber esta hirviendo. Desde luego, el panorama es francamente sombrío.

En cambio, a ellos les espera un paraíso en el que, además de las famosas huríes (mujeres vírgenes) los ladrillos son de oro y plata; el suelo está lleno de gemas y azafrán; hay un árbol que da una sombra imposible de recorrer (¿será para que no les dé más el sol?) y los ríos son de agua, miel, leche y vino (el que no han podido beber en la tierra, pero que por lo que se ve les gusta). Para colmo, sopla un viento que hace que los musulmanes ganen en belleza.

Esto lo escribe uno de nosotros y quién lo lea pensara que estamos de pericial psiquiátrica; es lo que hay y no conviene tomárselo a broma. Esa falsa superioridad, justificada en las grandes injusticias que sufren (y por lo visto no cometen), demuestra su impotencia y vulnerabilidad, lo que les hace mucho más peligrosos. Que sean reos de sus creencias, que quieran devolver al mundo a épocas oscuras, sin libertad ni acceso a la cultura, sometiendo a las mujeres como esclavas, sin progreso y con la espada como única ley, es algo que al final les tiene que atormentar. Pero a los demás que nos dejen en paz.