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Podemos no puede

Podemos no puede
Podemos no puedelarazon

Los debates desarrollados durante las mociones de censura que planteó Podemos, a nivel nacional y regional, hicieron ver a muchos ciudadanos las pésimas consecuencias que tendría un gobierno de esta formación política. Más allá de su absoluta ineficacia para articular un programa de gobierno serio y luego gestionarlo, más allá de las anticuadas tesis económicas que propugnan y que han originado la pobreza donde se han implantado, más allá de las continuas ocurrencias o sugerencias inaplicables; los problemas más graves que plantearía su acceso al poder serían las que afectan al régimen de libertades, al Estado de Derecho y a la convivencia entre los españoles.

En primer lugar, porque Podemos es un partido que propone liquidar el periodo de la Transición. Este fue un proceso modélico, en el que todos fueron generosos para que España dejara atrás las tragedias que asolaron nuestro país en el siglo XX. El régimen constitucional que surgió después ha consistido en el mayor periodo de prosperidad, avance, libertad y democracia que se ha conocido en la historia de España. Frente a esta realidad, los líderes de Podemos expresan un preocupante e incomprensible rencor ante este periodo tan brillante de la historia de España y un absurdo empeño en rememorar la Guerra Civil.

En segundo, Podemos se caracteriza por un escaso aprecio por la libertad que se extiende a todos los ámbitos: la prensa, la justicia, la economía. Esta formación política sólo admite la libertad en plenitud para el líder y su camarilla selecta. Precisamente, su defensa a ultranza de un sector público mastodóntico es un instrumento para que, una vez alcanzado el poder, puedan ejercer un férreo control de la sociedad. De esta forma, la primera víctima de un hipotético gobierno de Podemos sería la libertad. Buena prueba de lo anterior es que, cuando el PSOE negociaba la formación de un posible gobierno en enero de 2016, Podemos exigió la Vicepresidencia, con el CNI, los ministerios de Interior, Economía, Justicia, Educación y, por supuesto, la Radiotelevisión pública.

Por otra parte, Podemos y sus dirigentes hacen uso frecuente de la violencia verbal, con un estilo agresivo, de reproche, de rencor... Lo hemos visto, una y otra vez, en el salón de plenos de la Asamblea de Madrid y se lo hemos escuchado continuamente a sus líderes nacionales en el Congreso de los diputados y fuera de él.

La violencia verbal sistemática ha sido utilizada en la historia como estrategia, muy especialmente en el siglo XX. Formaciones de extrema izquierda y derecha emplearon en diversos países métodos leninistas que alimentan el odio y que lo utilizaron como instrumento político. Un odio que separaba a las personas: por un lado, los buenos: es decir, nosotros, la gente, el pueblo, por otro, los malos, la oligarquía, los poderosos... Estas formaciones instrumentalizaron el odio como motor de la lucha de clases y para marcar a las personas que tenían otras ideas, señalizándolas ante sociedad y convirtiéndolas en dianas. Otra manifestación de estos métodos leninistas ha sido la creación de un lenguaje propio para estigmatizar al adversario político: la trama, el saqueo, la casta, el expolio, etc. Los resultados que la Historia nos muestra de estas políticas, allí donde triunfaron, son realmente trágicas.

En materia de Justicia, es preocupante que Podemos se declare abiertamente y sin tapujos en contra de su independencia. En el documento que Podemos envió al PSOE para formar un posible gobierno de coalición en febrero de 2016 afirmaba que:

“El Fiscal General del Estado, los magistrados del Tribunal Constitucional, los vocales del Consejo General del Poder Judicial, el fiscal general del Estado, el fiscal especial anticorrupción, el fiscal del Tribunal de Cuentas y la Abogacía General del Estado serán designados, además por criterios de mérito y capacidad, por su compromiso con el programa de Gobierno”.

La exigencia de esta “adhesión política” a los jueces es un ataque directo a la separación de poderes y a la independencia del Poder Judicial. Nunca nadie se había atrevido a decir por escrito semejante despropósito en una democracia avanzada como la española.

Por todas estas consideraciones, que afectan a algo tan importante como la esencia de nuestra democracia y de la sociedad abierta, tolerante y próspera que es España desde hace 40 años, debemos alegrarnos profundamente del completo fracaso de las mociones de censura planteadas por Podemos en las personas de los candidatos Pablo Iglesias y Lorena Ruiz-Huerta García de Viedma, en contra del Gobierno de España y del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Podemos no puede, y espero que nunca pueda por el bien de la mayor parte de los españoles. Esa mayoría que decidió con su voto que el Partido Popular ganara con rotundidad en las últimas elecciones, aunque para Podemos sea ilegítimo porque, según ellos, hay una mayoría de votos -hasta 15 millones- que no votaron a Mariano Rajoy. Un muestra más de su desprecio a la democracia, por mucho que lo camuflen, y de su afán de poder desmedido, que espero nunca veamos fructificar.