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La nueva política totalitaria

La nueva política totalitaria
La nueva política totalitarialarazon

El escritor, traductor y diplomático mexicano, Sergio Pitol, afirmaba que “La mente totalitaria no acepta lo diverso”. Esta definición brillante de lo que pasa por la cabeza de aquellas personas que se guían mediante el pensamiento único en todas las actividades de su vida puede servirnos de explicación para lo que está pasando en aquellos lugares de España donde ha entrado la denominada nueva política.

La Comunidad Valenciana está sucumbiendo a esas prácticas puestas en marcha por partidos nacionalistas como Compromís y los adalides de esa nueva política como Podemos. Esa visión única está costando muchos puestos de trabajo por el capricho a la hora de desestimar proyectos inversores que, a todas luces, resultaban beneficiosos para el conjunto de la ciudadanía siempre y cuando respetaran todas las premisas legales.

Son efectos colaterales de la guerra abierta contra el sistema de economía abierta que el PSOE consiente en un territorio como el valenciano.

Ese intento de controlar a la población, sin embargo, va más allá del plano económico y se hunde en las raíces culturales y festivas de los valencianos, alicantinos y castellonenses. Eliminar los símbolos religiosos –solo los católicos– de los espacios públicos, fomentar actividades paralelas alternativas a la celebración de la ofrenda de la Virgen de los Desamparados, impulsar cabalgatas que arrinconen a la tradicional de los Reyes Magos o luchar contra las fiestas de los toros en la calle son solo algunas de las obsesiones de los actuales dirigentes en las tres capitales de provincia.

En Valencia el equipo de gobierno que encabeza Joan Ribó está yendo un pasito más allá y ya el año pasado dio la nota al solicitar mediante un correo electrónico a la Coordinadora de Sociedades Musicales de la ciudad que las bandas de música que participaran en las fiestas de las pedanías no interpretaran el himno nacional. En la propia Crida –que supone el inicio de las fiestas de las Fallas– el himno español fue interpretado a la vez que comenzaba el espectáculo pirotécnico para que no pudiera resultar audible para los miles de valencianos que se dan cita a los pies de las Torres de Serranos.

Resulta deleznable ver como se arrinconan los símbolos nacionales, mientras que en el balcón del Ayuntamiento se busca cualquier excusa para colgar la bandera republicana que no debería ondear en ningún edificio institucional tal y como marca la ley de 1981 que regula el uso de las banderas.

Ahora han dado una vuelta de tuerca a su visión unitaria de la sociedad. Los gobiernos, para personas como Ribó, deben ser como un “gran hermano” que controle todo y más aún, que margine a todos los que osen tener un pensamiento y una iniciativa propia al margen de la visión totalitaria que en el plano político desprenden tanto Compromís como Podemos.

¿En qué han centrado sus esfuerzos y el dinero de los valencianos? Pues bien, en realizar una encuesta a los miles y miles de falleros de la ciudad de Valencia con la excusa de poner en valor la decisión de la UNESCO de nombrar las fiestas Josefinas como Patrimonio de la Humanidad.

Excusa, sí, digo bien. No se trata de averiguar qué mejorarían los principales actores de la fiesta si no de conocer cuestiones sobre su orientación política, entre otras. La encuesta que el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, se ha visto obligado a retirar por el revuelo y malestar causado en el mundo fallero preguntaba sobre la ideología política de los cuestionados. ¡Qué importará a quién vota o va a votar un integrante de una comisión fallera para mejorar la gestión de las Fallas!

En el cuestionario, en el que se acompaña el nombre y apellidos de quienes lo responden, también se pregunta sobre qué tipo de religión se profesa y si son católicos practicantes o no. Y, por supuesto, también se pregunta sobre qué nivel de uso hacen los falleros de la lengua valenciana.

Es repugnante el desprecio a la libertad de los ciudadanos que tienen estos nuevos gobernantes obsesionados con el control político, religioso e idiomático de los ciudadanos. Buenos y malos: el mundo solo se divide en eso para los líderes de Compromís y Podemos, recuerdo que siempre con permiso del PSOE.

Esa libertad que ha costado tanto esfuerzo a los españoles conquistar y practicar con éxito durante décadas no puede quedar en manos de quienes no creen en ella. Los ciudadanos ya saben cómo son sus dirigentes y –más allá de una gestión pueril y falta de capacidad para mejorar los asuntos primordiales en la vida de la gente– existe una tendencia creciente de control de su pensamiento.

En el Partido Popular sí creemos en la libertad individual y no vamos a permitir que se conculque bajo cualquier pretexto y de tapadillo. Esa deriva totalitaria sabemos adónde lleva y acaba por convertir países prósperos en Estados fallidos.