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Rajoy: «Negociaré cada decisión»

Coloca el foco en cinco grandes pactos de Estado en lugar de en el detalle de su programa electoral

La bancada popular aplaude a Mariano Rajoy tras su discurso de investidura.
La bancada popular aplaude a Mariano Rajoy tras su discurso de investidura.larazon

Coloca el foco en cinco grandes pactos de Estado en lugar de en el detalle de su programa electoral. Se compromete a trabajar por un Gobierno duradero, pero avisa que es una «responsabilidad compartida».

El candidato del PP a la investidura, Mariano Rajoy, pidió ayer la confianza del Congreso con un discurso conciliador, en el que resumió en grandes líneas su posición política y programática y en el que no arriesgó, limando las aristas que más pudieran molestar en la bancada socialista o en Ciudadanos. Para ello prefirió poner el foco en el diálogo y en la voluntad de acuerdo, y no en el detalle de su programa, que como precisaron desde Moncloa, «ya es conocido por la Cámara». La intervención duró 49 minutos, media hora más corta que en la investidura fallida de agosto.

Ahora bien, el líder popular no renunció a reivindicar su política, e incluso a advertir sin levantar la voz, aunque quedó registrado en el diario de sesiones, que consolidar la recuperación económica depende «de perseverar en la política económica que nos ha permitido cambiar de rumbo y no dar marcha atrás en aquellas reformas que nos están permitiendo crear medio millón de empleos al año».

Como ayer adelantó este diario, Rajoy se ató a la bandera de los grandes pactos de Estado y al perfil más institucional. Sin aceptar renuncias que supongan contradecir los ejes de su programa, como la exigencia que recoge la resolución del Comité Federal socialista de derogar la reforma laboral, pero tendiendo la mano para buscar acuerdos en las cuestiones que han marcado la contestación de la oposición a su gestión en política económica y en materia laboral, sobre Educación o frente a la corrupción.

Fue el discurso de un candidato que es consciente de sus limitaciones por estar en minoría, y que asume que está obligado a negociar y «a dialogar cada día» para sostener la legislatura, al margen, enfatizó, de los intereses más de partido.

La oferta de pactos de Estado que presentó a los grupos afecta a las pensiones, al diálogo social, la educación, la financiación autonómica y la corrupción. Además de al modelo territorial. Y quiere que abarque cuestiones como la conciliación, la violencia de género, el cambio climático o la política en ciencia y tecnología. A partir de ahí, Rajoy se remitió al mismo programa con el que a finales de agosto se presentó también ante el Congreso para pedir su confianza, aunque entonces el acuerdo con Ciudadanos no fue suficiente para que prosperara su candidatura.

Con insistencia repitió que sabe que tiene que gobernar buscando el acuerdo, porque así lo exigen los resultados electorales, pero también advirtió de que «España necesita un Gobierno que pueda gobernar». Un toque de atención, hecho casi de puntillas, pero dirigido tanto al PSOE como a Ciudadanos. A quienes pidió una colaboración «responsable y compartida» para que haya un Gobierno estable y duradero, desde su compromiso de negociar cada una de sus acciones.

Por cierto, el PP se había comprometido con la dirección de Ciudadanos a poner en valor el pacto que les une en sus discursos y en sus declaraciones, en respuesta al interés de este partido por un gesto público, otra rúbrica u otra foto, que les colocase en el centro de la escena política. Y Rajoy hizo un guiño en su mensaje a este pacto, ratificando su apuesta por impulsar las reformas que incluye, como también tuvo un gesto con los demás partidos que de una manera u otra han optado por facilitar la puesta en marcha de su Gobierno. También con el PSOE, de manera muy genérica. «Se han producido cambios muy relevantes que mejoran la situación política»; «las circunstancias son nuevas y alientan la esperanza de que España pueda tener un Gobierno en plenitud de sus funciones». Su línea argumental no incluyó novedades con respecto a lo que se le ha estado escuchando desde las elecciones de diciembre. Hasta el punto de que incluso fundamentó su decisión de asumir la responsabilidad de gobernar en que no hay alternativa a la suya y en la necesidad de evitar unas terceras elecciones que serían «muy perjudiciales y un descrédito para la imagen de España en el exterior, además de una decepción para los ciudadanos y un serio quebranto para la economía». Rajoy es un parlamentario brillante, curtido en el cuerpo a cuerpo, y que sabe utilizar el atril del Parlamento para reforzarse políticamente. Pero ayer no tocaba brillar, sino facilitar que el PSOE acabe de digerir la difícil decisión de abstenerse.

El candidato asumió que su Gobierno se enfrenta a dificultades que «no serán pocas ni pequeñas», pero está dispuesto a afrontarlas y «a soportar los sacrificios que sean necesarios». Su objetivo es conseguir un Gobierno que no sea de mero trámite, sino «duradero, sólido y tranquilizador». «Esto es una responsabilidad compartida. No se entendería que alguien pretenda darle la espalda u obstaculizarla».