Casa Real

El año que reinó doña Letizia

Este 2016 ha sido el de la metamorfosis de nuestra Reina. Se habla mucho de sus cambios de estilismo, pero lo novedoso ha sido su actitud más relajada. Ha cedido protagonismo al Rey y marcado claramente cuáles son sus funciones.

La Reina Doña Letizia en un acto oficial acompañada de su esposo
La Reina Doña Letizia en un acto oficial acompañada de su esposolarazon

Este 2016 ha sido el de la metamorfosis de nuestra Reina. Se habla mucho de sus cambios de estilismo, pero lo novedoso ha sido su actitud más relajada. Ha cedido protagonismo al Rey y marcado claramente cuáles son sus funciones.

«Buenas noches, en esta Nochebuena quiero especialmente desearos junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, unas muy felices fiestas y todo lo mejor para el año nuevo». Así comenzaba el segundo discurso navideño de Don Felipe como Rey, grabado en el Palacio Real de Madrid. Con dos elementos nuevos. Por un lado, el escenario: se abandonaba el palacio de la Zarzuela, marco de los tradicionales discursos tanto de su padre, Don Juan Carlos, como del primero que dio Don Felipe como Monarca. Por otro, que la introducción se aleje del clásico «la Reina y yo» con el que siempre abría su padre. Esta noche sabremos cómo será su tercer discurso, aunque ya se han «filtrado» algunos detalles .

Termina un año en el que la Reina ha tenido ocasión de ejercer de ello por encima de todas las cosas. Ha sido raro, porque casi lo hemos pasado con un Gobierno en funciones, de ahí que ellos también estuvieran como recluidos en los muros de su palacio, atendiendo asuntos internos y lo más que se alejaban era para recorrer la geografía española a falta de viajes al extranjero. Ha sido un año de asuntos domésticos. Así que en 2017 tendrán que compensar todo lo que las circunstancias les han impedido y más aún porque la Institución la representan ambos. Aunque no es ni de lejos lo más interesante de ella, hemos podido ver a la Reina en todas sus manifestaciones estilísticas, con el pelo recogido, suelto, escondido en falsas melenas «bob», ondulado o lleno de tirabuzones gracias a las tenacillas eléctricas de las que es una maestra, como así lo aseguró en la Madrid Fashion Week. Al pasar por delante de una zona donde estaban promocionando las planchas GHD se detuvo y comentó que ella las tenía y las sabía utilizar muy bien. Eso demuestra que tanto Doña Letizia como su peluquera, de los tiempos en los que trabajaba en televisión, son creativas porque, al contrario que sus cuñadas Elena y Cristina, o la propia Reina Sofía, que siempre han mantenido el mismo peinado, Doña Letizia indaga en todas las opciones posibles. Lleva moño alto y bajo, extensiones, postizos, pelo largo, corto, ondulado, liso japonés; ha pasado de la melena a la media melena y vuelta a empezar. Pero uno de los que no había experimentado aún tuvo ocasión de lucirlo hace unas semanas en la visita a los premios Cavia. Enfundada en un ceñido vestido de lentejuelas de Nina Ricci, decidió engominarse la parte superior de la melena, con una especie de tupé alto con los laterales recogidos hacia atrás, el pelo tirante y la melena lacia. Un efecto muy psicodélico que resaltaba aún más sus ojos ahumados. Si un día opta por un estilo «Mad Men», al siguiente puede ser un «Downton Abbey».

Vestido lencero, pantalones culote de piel y cremallera XXL, nada se queda por lucir en el armario. Su estilista, Eva Fernández, y la propia Letizia no pueden tener un catálogo más amplio de prendas. Desde que se casó con el entonces príncipe Felipe en 2004, lo ha probado casi todo. No sigue un estilo concreto. Cada día es una sorpresa. Doña Letizia innova, sorprende y juega con su apariencia. Hay mujeres que creen que preocuparse por la ropa las hace menos inteligentes, lo que naturalmente es un error. La Reina expresa su estado de ánimo con lo que elige.

Cara más amable

Más importantes han sido sus cambios de actitud. Ya no posa con el dedo acusador. Antes, tenía la costumbre de poner el índice recto señalando el suelo mientras esperaba a que los fotógrafos hicieran su trabajo. Ahora lo evita. También su postura en el posado ha variado. No presenta una imagen de frente plana sino que suele colocarse ligeramente de lado. Es verdad que cuando la foto de familia contiene muchos protagonistas, no caben bien y tienen que ladearse un poco para que entren todos, pero ella lo ha adoptado ya como una costumbre. También el rictus serio o distante ha tenido que trabajarlo. La tensión de los músculos de la cara hace que el semblante adquiera un aspecto contrario a lo deseado, como si demostrara malestar. De ahí que, en las últimas apariciones de este año, haya conseguido relajar el rostro y mostrar una cara más amable con una sonrisa incipiente; un gesto con el que es más fácil ganarse a la gente.

Dejamos para el final lo más trascendente. La Reina ha cedido protagonismo a su esposo, que es, al fin y al cabo, quien ejerce la representación. Muy comentadas fueron sus ausencias en la jura del nuevo Gobierno. Y claras las explicaciones de la Casa al respecto. Empieza a marcar su personalidad y su manera de entender la importancia de la Corona. Ya no pregunta tanto, va la primera o marca la comitiva; ahora es como si hubiese aceptado la situación en pos de un perfil más bajo, aunque eso casi sea imposible.

Discurso por separado

Lo que no ha cambiado, en las escasas apariciones de Doña Letizia con sus hijas, es la necesidad de tenerlas cerca, estar pendientes de ellas y dirigirlas con la mirada o los gestos. En vez de una persona que se ocupe de ellas, prefiere hacerlo ella misma, como se pudo ver en los actos del día del desfile militar en Madrid o en la apertura de las Cortes.

Los Borbón verán el discurso por separado, tal y como nos adelantaba la Infanta Pilar hace unas semanas: «En Nochebuena la cena se hace en mi casa. Somos 26 y hace tres años le dije a mi hermano: “Mira, Juanito, no cabemos porque somos tres cuartas partes del contingente”. Primero nos metemos todos como podemos, sentados en el suelo o de pie en un cuartito a escuchar el discurso del Rey y luego se comenta. Y al día siguiente –prosiguió– lo hablamos con mi sobrino durante la comida de Navidad en Zarzuela. Antes sí lo veíamos todos juntos con mi hermano y le decíamos cosas sobre la marcha. Luego, los pequeños abren sus regalos y cenamos. Ya me han dicho que quieren marisco. Luego un poco de foie sobre judías verdes y muchos dulces: turrón, yemas y polvorones. Después de cenar se acercará mi hermano a la tertulia en mi casa; eso le divierte».