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Marqués de Griñón: «Yo enseñé a vestir a Isabel Preysler»

El marqués de Griñón abre a LA RAZÓN su finca de Toledo para conocer el lugar en el que se elabora uno de los mejores aceites del mundo, el Oleum Marti, que se exporta a 46 países

El marqués de Griñón vigila la recogida de oliva de su finca, de donde salen 60.000 litros de aceite
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Carlos Falcó nos recibe en su finca de Toledo, donde se produce el mejor aceite del mundo. Revela que Julio Iglesias encargó la famosa canción «¿Y quién es él?» cuando Isabel Preysler ya se había separado y estaba con el marqués, pero que nunca llegó a grabarla.

Antonio Machado y Carlos Falcó comparten cuna. Ambos nacieron en el palacio de las Dueñas en Sevilla. El marqués de Griñón ha sido precoz en casi todo; con 15 años elegía el vino que se bebía en la mesa familiar. Sus padres querían que fuera militar, pero él quería dedicarse al campo. Consiguió engatusar a su abuelo para que le dejasen estudiar Agrónomos, así que él estuvo interno en Navarra y a su hermano Fernando le crearon una especie de colegio con el Rey Juan Carlos, entonces Juanito. A los 10 años, los curas en el internado le dejaban beber y cuando se moría algún religioso, les daban un vino mejor; huelga decir que los alumnos estaban deseando que falleciera algún cura. Su perro, un golden retriver canela, se llama Baco. Cuando el abuelo confidente muere, le deja en herencia la finca Dominio de Valdepusa en Malpica del Tajo, Carlos Falcó tiene 21 años. Es el primero de su familia que la pone en producción alcanzando las cotas de excelencia, que es donde se encuentran ahora los vinos y aceites Marqués de Griñón.

Es un esteta, a Isabel Preysler le enseñó lo que le favorecía: «Le dije que vaciara el armario y se fuera poniendo todos los trajes y yo le iba diciendo, este sí, este no». Así que su aparición ante nosotros es impecable, de verde campo con sombrero. Llega en un coche con el que está encantado porque le sirve para campo y ciudad y del que se baja un chófer, le abre la puerta y según nos ve, le dice; «José, quédese que ya conduzco yo», y haciendo honor a su pasado como piloto de rallies subimos a mil por hora por caminos de cabras entre olivos, hasta lo más alto de un castillo ruinoso, de su propiedad, para divisar mucho mejor que con GoogleMap lo que significa para él su campo. Tierras por las que anduvo el iniciador de su estirpe, el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. Por cierto, se conservan olivos de esa época con los que está pensando hacer un aceite. Anochece cuando bajamos del monte y nos perdemos un ratito por cauces secos. «¿Pasas miedo?», me pregunta. «Ninguno. Yo también compito en rallies». «Es verdad, ganaste un campeonato de Land Rover con mi hija Tamara».

–Lleva 50 años tratando al Rey Juan Carlos. ¿Es de los que le dicen las cosas aunque le duelan?

–Sí, por supuesto, pero el Rey no debe tener nunca amigos. Procuro estar ahí como hacían mis padres en la época dura del exilio en Estoril, desde los seis años, que íbamos a pasar los veranos, yo estoy ahí con él. Cuando era príncipe me acuerdo que le dije; «Sufragio universal, libre, directo y secreto y libertad total para los partidos políticos, incluyendo al partido comunista, lo demás no lo aceptarán en Europa». Estudié en Lovaina, donde se constituyó la Comunidad Europea y sabía que otra cosa no se aceptaría. El Rey, en un aparte me decía: «Estoy de acuerdo contigo». Don Juan Carlos viene desde hace más de 40 años a esta finca y el lagar se inauguró con el ahora Rey Felipe, descalzo pisando uva.

–¿No es triste terminar un reinado con el incidente de Botsuana y Corinna?

–El análisis histórico se hará dentro de unas décadas y será muy positivo. Eso quedará como una anécdota. Cuando iba a la Universidad de Lovaina me decían que venía de un país subdesarrollado, no me lo podía creer. Ningún país de Occidente ha evolucionado tan extraordinariamente como España.

–Igual que los nobles, las monarquías se están normalizando tanto que la gente llegará a preguntarse ¿por qué ellos y no yo?

–Los países más progresistas tienen monarquías, Bélgica, Holanda o Dinamarca, y allí las monarquías van en bicicleta. Los herederos se han casado con mujeres sin sangre azul, eso no las debilita. En el siglo XXI es una fórmula para adaptarse a los tiempos. Por ejemplo, se ve su utilidad en el intento de secesión de Cataluña, yo creo que ahí es bueno tener un rey cuya misión sea garantizar la Constitución; eso lo decía el Rey Juan Carlos y con el actual, creo que no hay matices.

–Su primogénito Manuel será marqués de Castel-Moncayo, Sandra es duquesa de Miravel, ¿habrá título para su hija Tamara?

–Castel-Moncayo es para el primogénito, es el título principal con Grandeza de España y también heredará esta finca que yo la tengo en fideicomiso, así lo dejó establecido mi abuelo cuando me la regaló. Los dos mayores tienen garantizados sus títulos y los dos pequeños Aldara y Duarte tienen alguno por su madre; queda por asignar Griñón y podría ser para Tamara, pero ya se verá. En mi familia hemos heredado la cultura de a quien le dejan una encina milenaria pero no es suya, sólo la cuidas para pasarla a la siguiente generación y creo que mis hijos lo entienden.

–Los nobles de rancio abolengo arrastran fama de ser superficiales y poco trabajadores. Mucho patrimonio y poco «cash». No parece ser su caso.

–Existía una imagen superficial, pero en el siglo XX hay que trabajar y estar en la pomada. Nosotros lo entendimos después de la guerra civil. Si no haces cosas y no creas algo que tenga sentido con el patrimonio y genere ingresos no te quejes si tienes que vender la finca. Nosotros tenemos abierto a visitas el palacio de Miravel y el palacio del Rincón lo alquilamos para eventos. Tengo la suerte de que mis hijos mayores, que trabajan conmigo, lo han comprendido muy bien.

–La Casa de Alba les hace ahora la competencia con el aceite, ¿el duque actual le pide consejo?

–Somos amigos, pero no me ha pedido consejo. Cada uno se tiene que buscar sus fórmulas porque a nosotros nos ha costado mucho esfuerzo atravesar el desierto, para innovar y hacer cosas que no había hecho nadie antes. El aceite de oliva tiene 5.000 años y apenas se valoraba, ahora es un producto de lujo muy valorado.

–¿Y quién es él?

–«Y quién es él y a qué dedica su tiempo libre», je,je (lo repite cantando y no canta mal, Carlos Falcó). Perales dijo en una entrevista que Julio Iglesias le había encargado esa canción cuando Isabel Preysler se separó de él y se fue con «el marqués». Es una canción que nunca llegó a cantar Julio y yo la tenía en el coche y la ponía mucho porque me gustaba y parece ser que podría ser yo.

–¿Cómo era vivir en Arga con seis hijos?

–Era complicado, tuvimos que levantar un piso para vivir todos. En la primera planta a la izquierda vivían los dos mayores míos y a la derecha los tres pequeños de Isabel y el bebé, Tamara. Un día el padre de Julio Iglesias quiso pasar una tarde en casa y estuvo allí observando todo y cuando se fue me dio un abrazo y me dijo que la casa era el hogar de una familia.

–Enviado quizás por Julio Iglesias...

–Quizá, y es posible que por eso me quisiera conocer y cuando nos presentaron, recuerdo que Julio me abrazó y me dijo que sus hijos me querían mucho y que él consideraba que había sido un buen padre para ellos. Estábamos en Miami y era una comida en la que Julio compartía mesa con Don Juan Carlos y le comentó al Rey que le gustaría conocerme. Su Majestad me llamó y nos presentó y es cuando me dio un larguísimo abrazo, muy sentido, creo que estaba agradecido y fue muy cariñoso conmigo.

–¿También conoce a Vargas Llosa?

–Es difícil no conocerlo. Coincidíamos mucho en Salzburgo, allí estaba casi siempre Mario Vargas Llosa. La vida da muchas vueltas y tiene curvas inesperadas.

–La corrupción, los atentados del Isis, estamos en un mundo raro.

–La obligación de toda la juventud es rebelarse contra el sistema establecido; eso unido a la falta de valores de la sociedad europea, que tanto nos critican los árabes, la corrupción y el todo vale, hace pensar que todo es mentira. Una de las salidas para esa juventud es la vuelta a la religión. Si te pasa como a Tamara, que encuentra la religión cristiana, pues no te pones un cinturón con explosivos, sino que te refugias en las creencias de Jesús de Nazaret, que era un revolucionario para su época.

–¿Qué le parece la defensa del Belén de su hija Tamara ante la alcaldesa Carmena?

–Apoyo a Tamara, a mí me parece fatal que quiten los belenes, que son algo popular y debe respetarse porque es parte de nuestra historia y ADN. Mi hija está muy feliz con su conversión y cuando viene a comer aquí bendice la mesa, que es algo que no solemos hacer, pero a todos nos parece muy bien.

–Si voy a comer al palacio de la Zarzuela, ¿es posible que me encuentre el aceite Marqués de Griñón en la mesa?

–Pues no es seguro, porque la última vez que vi al Rey me dijo: «Oye, que se me acabó hace tiempo», je,je. Y ahora que me lo recuerdas, tengo que enviarle aceite.

Un aceite que habla tres idiomas

El próximo jueves Carlos Falcó presenta a Toledo como Capital Gastronómica. Llevan dos semanas envasando aceite en su finca del dominio de Valdepusa en Malpica, Toledo. 60.000 litros de aceite salen de su almazara. La joya de la corona es el Oleum Marti (30.000 botellas para 46 países); lleva tres años coronado como el mejor aceite del mundo. Estuvo 12 años investigando cómo crear una almazara del siglo XXI que evitara el 90 por ciento de pérdida de material y la oxidación. Gracias al I+D de las universidades de Pisa, Florencia y Siena, más los conocimientos como ingeniero agrónomo de Carlos Falcó que en 2013 instalaron en su finca la almazara más vanguardista de Europa. El marqués puede vender aceite en inglés, francés e italiano.