Actores

«La Roca», y otras cosas a su alrededor

A día de hoy Dwayne Johnson es la estrella de cine que más dinero gana –65 millones de dólares solo en 2016– y el hombre vivo más sexy –según la revista «People»–

Johnson da vida en «Ballers» a Spencer, un ex jugador de fútbol americano
Johnson da vida en «Ballers» a Spencer, un ex jugador de fútbol americanolarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@546dec3d

A día de hoy Dwayne Johnson es la estrella de cine que más dinero gana –65 millones de dólares solo en 2016– y el hombre vivo más sexy –según la revista «People–.

Es poco probable que «Ballers» gane alguna vez un premio a la originalidad. Varios de sus guionistas, directores y productores lo fueron en su día de otro éxito de HBO, «El séquito»; y eso explica que, justo como hacía «El séquito», se dedique a retratar a hombres inmaduros con egos desmedidos, que tiran el dinero y viven una fiesta permanente y se entregan al tipo de postureo machito que cualquier varón normal abandona al dejar la adolescencia, mientras se rodean de mujeres hermosas y tan ligeras de ropa como de cascos. Muchos directamente la consideran una mera trasposición al mundo del deporte de aquella célebre dramedia bromántica ambientada en Hollywood. Sin embargo «Ballers» tiene una cosa de la que «El séquito carecía: tiene al artista antes conocido como La Roca.

A día de hoy Dwayne Johnson es la estrella de cine que más dinero gana –65 millones de dólares solo en 2016– y el hombre vivo más sexy –según la revista «People–. En otras palabras, tiene a Hollywood comiendo de su mano: en los próximos dos años está previsto que estrené doce películas más. Doce. Y los atributos que le han permitido llegar hasta aquí son los mismos que en su día lo convirtieron en la estrella más rutilante del mundo del wrestling. Sus capacidades interpretativas son limitadas pero a cambio tiene carisma para aburrir, en parte producto de su físico montañoso y en parte de su afinado sentido de la teatralidad y su capacidad para reírse de sí mismo.

En «Ballers», Johnson da vida a Spencer Strasmore, un ex jugador de fútbol americano retirado que se reinventa como asesor financiero. En la primera temporada lo vimos intentando abrirse camino en el nuevo negocio, empeñado en que sus colegas deportistas no cayeran en los mismos errores que él había cometido en su día; en la segunda fue capaz de poner en marcha su propia firma junto a su amigo y socio Joe (Rob Corddry) y de ascender rápidamente; y ahora en la tercera, resuelto a tocar el cielo, Spencer tiene como objetivo trasladar un equipo de la NFL a la ciudad de Las Vegas.

Al mismo tiempo, eso sí, lo vemos azotado por el miedo a la infertilidad, y se entiende: si no ser capaz de procrear puede ser una idea aterradora para cualquier ser humano, es lógico que lo sea aún más para alguien que pasa mucho tiempo discutiendo el tamaño y el poderío de su entrepierna con sus amigos. Sus zozobras son una prueba de que «Ballers» se dedica a algo más que al mero exhibicionismo de hedonismo materialista, pero no la única: la serie está trufada de yates y coches rápidos y joyas grandes y carísimo fondo de armario, pero sus muestras de lujo suelen ir acompañadas de discusiones sobre su coste. Mientras retrata a gente que se entrega al consumo desmedido, reconoce los peligros que ese consumo acarrea.

Mientras lo hace, «Ballers» permanece situada en tierra de nadie. No es una mala serie, pero tampoco especialmente buena; no resulta suficientemente divertida para destacar como comedia ni está dotada de la complejidad o la trascendencia necesarias para hacerlo como drama. Y que buena parte de su metraje esté centrado en un puñado de cretinos que tiran el dinero inevitablemente la convierte en algo intrascendente y por momentos hasta risible. Una ficción especialmente hábil proporcionando placeres sencillos pero incapaz de dejar huella, y de la que probablemente nadie hablaría de no ser porque incluye frecuentes cameos de deportistas profesionales y porque tiene en su reparto al hijo de Denzel Washington y, cómo no, porque en su centro mismo, soportándola en su totalidad sobre sus espaldas, está el artista antes conocido como «La Roca».