Angel del Río

Dignificar la Plaza

La Razón
La RazónLa Razónfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@7594fd9f

Cuando Felipe III encargó al arquitecto Juan Gómez de Mora un proyecto para que Madrid tuviera de una vez por todas una plaza mayor digna de una ciudad capital de España, pretendía que ésta se convirtiera en el epicentro de la vida social, lúdica, religiosa y económica de la Villa. Durante más de doscientos años, en este importante recinto se celebraron autos de fe, ejecuciones públicas, corridas de toros, juegos de cañas, proclamaciones reales, motines, actos litúrgicos solemnes, mercados y se dieron episodios históricos. A mediados del siglo XIX, la Puerta del Sol sustituyó a la Plaza Mayor como lugar de paso, de encuentro, de celebraciones y acontecimientos.

En sus cuatrocientos años de existencia, esta plaza ha sufrido reformas y rehabilitaciones, sobre todo después de cada uno de los tres pavorosos incendios ocurridos a lo largo de su historia. Con motivo de celebrarse su cuarto centenario, se elaboró un proyecto de mejoras, que afectaba fundamentalmente al remozado de fachadas, tejados y arcos, así como otras iniciativas para realzar su carácter monumental.

Pero estas mejoras estructurales no han ido acompañadas de otras de carácter social para resolver algunos de los graves problemas que tiene y que dañan sobre todo a la imagen de la misma, habida cuenta de que puede ser el espacio más visitado de Madrid por el turismo. Esos problemas por resolver, y que se agravan día a día, tienen que ver con la limpieza y la presencia de numerosos sin techo que duermen cada noche bajo los soportales de la Plaza Mayor, ofreciendo una lamentable estampa de tercermundismo, cuestión reconocida implícitamente por la alcaldesa, Manuela Carmena, cuando ordenó a la Policía Municipal que hiciera un censo de mendigos que pernoctaban en este lugar.

La Plaza Mayor se ha convertido en un gran dormitorio al aire libre, una secuencia de camastros de cartón, mantas, fogatas, residuos, que cada mañana son barridos por los servicios de limpieza y por sus hosteleros, pero que pronto vuelve a su estado impresentable. No basta con hacerle a la Plaza Mayor un lavado de cara para celebrar su cuarto centenario; hay que actuar en el aspecto social, solventar viejos problemas y dignificar este espacio que fue epicentro de la Villa, y que de hecho, lo sigue siendo.

Cronista de la Villa