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Andrascik se muestra en Laroche

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El recién nombrado director artístico de Guy Laroche, el estadounidense Adam Andrascik, quiso fusionar su estética con la del fundador, en su primera colección de prêt-à-porter que presentó en la Semana de la Moda de París, horas antes de que Rochas dejara volar sus históricas golondrinas.

"Si (Guy Laroche) estuviera aquí ahora, haría algo moderno, no estaría mirando sus archivos", aseguró Andrascik a un grupo de periodistas a los que confesó que se planteó este debut como una actualización de la frescura de esta firma, que vivió sus años de gloria en las décadas de los setenta y ochenta.

Fundada en 1957 en París como una casa de alta costura, y hoy en manos del grupo YGM de Hong Kong, Guy Laroche ha visto pasar por su dirección artística, desde que falleció su fundador en 1989, a modistos como Alber Elbaz -hoy en Lanvin- o a Marcel Marongiu, quien ejerció el cargo desde 2007 hasta la llegada de Andrascik.

La nueva mente creativa, formada en el Fashion Institute of Technology de Nueva York y en la Central Saint Martins de Londres, incidió en que las diferencias entre él y el fundador, como el hecho de que uno sea estadounidense y otro francés, no le han impedido encontrar puntos en común.

Tras consultar el legado de la casa, e identificar códigos como el traje de dos piezas, decidió combinarlo con su propia estética "para crear algo nuevo".

A Guy Laroche le atribuye una pátina de juego femenino-masculino y de escotes en "V", mientras que él defiende como propia una paleta en blanco, negro, azul marino o tonos metalizados.

De este diseñador con experiencia en Gucci y Proenza Schouler son también las apuestas por los paneles -que crearon faldas, recortaron gabardinas o adornaron con lentejuelas algunas prendas-, y por el cuero tatuado a mano, que Andrascik ya había experimentado con su propia firma.

La película de Peter Greenaway "The Pillow Book"(1996), acerca de la práctica de la caligrafía japonesa sobre el cuerpo, inspiró los estampados orientales de este creador que también rindió homenaje a la cazadora motera en esta colección de otoño-invierno.

Otra marca fundada en París, Rochas, celebró sus noventa años de existencia con una de las colecciones más cálidas del calendario, al menos en lo que se refiere a tejidos.

"He ido a consultar los archivos y he tomado algunos, pocos, elementos típicos de Marcel Rochas", contó a Efe el director creativo de la casa, el italiano Alessandro dell'Acqua, antes de precisar que se inspiró sobre todo en un estampado de golondrinas de 1934.

Este motivo imprimió o bordó con delicadeza en una colección que el diseñador de esta firma quiso que fuera "más contemporánea y un poco marcial, con tejidos militares y vestidos caqui".

Los cortes fueron depurados, de vestidos ajustados a la cintura con gruesos cinturones y abrigos de manga francesa con un lazo en el cuello, mientras que "el toque excéntrico"corrió por cuenta de unos zapatos con flecos de abalorios.

Los escotes en forma de corazón con volantes, que evocaron un vestido de noche de 1930 de Rochas, así como un fresco amarillo y un azul celeste, contribuyeron a desviar la trayectoria impuesta por la seriedad de las tonalidades marrones, negras y blancas.

"Se trabajó mucho en la búsqueda de materiales", confirmó Dell'Acqua tras un recital de "cachemira, cachemira doble, cachemira hervida, zalea, bordados sobre terciopelo y tejidos con brocados".

El modisto belga Dries Van Noten defendió largas faldas-capa anudadas a la cintura, volantes desiguales, superposiciones de cortes y estampados, pantalones muy anchos y un sinfín de tonalidades entre las que destacó el camel dorado.

En un palacete cercano al Arco del Triunfo, la diseñadora irlandesa Sharon Wauchob descubrió guipures volátiles, piratas de campana y bolsos de bandolera con una gruesa cadena.