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Clinton y Kaine, pareja «en positivo» contra el alarmismo republicano

Los precandidatos demócratas se presentan en Florida como la alternativa de la esperanza en el país.

Hillary Clinton y Tim Kaine saludan al público en su último mitin tras la designación del senador por Virginia como número dos de la candidatura
Hillary Clinton y Tim Kaine saludan al público en su último mitin tras la designación del senador por Virginia como número dos de la candidaturalarazon

Los precandidatos demócratas se presentan en Florida como la alternativa de la esperanza en el país.

Una de la tarde del sábado. La Arena de FIU, la universidad más importante del sur de Florida, espera pacientemente a una Hillary Clinton que llega, al menos, con media hora de retraso. La cita es obligada porque en unas horas comenzará la convención demócrata y Florida es uno de los denominados «swing states», es decir, uno de los estados en los que el resultado no está cantado y que pueden inclinar la balanza hacia uno u otro lado en las elecciones. Ya todos han escuchado a un grupo de niños que recitaba el texto de lealtad a la bandera, a una cantante que entonaba el himno nacional y a una sucesión de miembros del Partido Demócrata que lo mismo han recordado, como una jovencita negra, que su madre murió por la falta de atención médica que ahora ha hecho posible Obama o que, como una treinteañera rubia, han subrayado lo importante que es el que, tras un presidente negro, llegue a la Casa Blanca una mujer. Pero la gente –unas 5.000 personas apiñadas, no pocos de ellos en pie– espera con paciencia, casi se diría que con disciplina. Hay una predominancia de hispanos, algunos negros, incluso un par de banderas del movimiento gay y, por supuesto, blancos, entre los que se encuentran miembros de la comunidad judía.

Hillary irrumpe ataviada con un traje sastre color verde manzana. Pequeña, incluso algo rechoncha, electriza a unos presentes a los que prodiga aplausos, sonrisas y saludos. A su lado, aparece Tim Kaine, su compañero de ticket hacia la Casa Blanca. Hillary se sitúa tras el atril y pronuncia un breve discurso que es interrumpido cada pocos segundos por aplausos enfervorizados. Es un discurso cargado de una visión hiperpositiva. La gente que está allí, según dice, simboliza América y lo que la hace grande. Gente como ellos es Kaine y la descripción que de él hace Hillary no puede ser más elocuente. Criado, como ella, en la tradición del trabajo bien hecho, Tim Kaine es un hombre que va a la iglesia todos los domingos, pero que, a la vez, cree en la justicia social. Por eso, estuvo ayudando a unos misioneros en Honduras (el Arena parece que se va a desplomar por efecto de los aplausos); por eso, fue abogado especializado en derechos civiles; por eso uno de sus primeros casos consistió en conseguir que alquilaran un apartamento a una negra a la que se lo negaban; por eso será un gran vicepresidente. Porque, además, es un buen esposo y cuenta con una mujer extraordinaria. Y es que ésa es la América en la que cree Hillary, aquella en la que los niños tendrán la educación asegurada; los ancianos, una pensión digna; los enfermos, un sistema sanitario adecuado. Y esa América saldrá adelante no por la acción de un hombre solo –una clara referencia a Donald Trump, su contrincante– sino porque los ciudadanos se unirán para hacerla todavía mejor y más fuerte. Hillary no ha dicho cómo piensa alcanzar sus objetivos que no son, desde luego, baladíes. Sin embargo, la seguridad, el aplomo, la certeza con que habla han remachado la convicción de los que la oyen.

Cuando Kaine toma la palabra, saluda en español a sus «compañeros del alma» y remata con un «bienvenidos a nuestro país». Poco importa ya lo que pueda decir porque los asistentes están más que convencidos. En realidad, lo que ambos han transmitido con no escasa habilidad es un mensaje no de ira o de defensa de intereses impopulares. Han sabido canalizar hacia sus oyentes la idea de que América es grande, de que no hay meta que no se pueda alcanzar y de que, juntos, conseguirán convertirla en una nación todavía más fuerte.