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«No pierdan sus vidas detrás de vendedores de humo»

El Papa Francisco se dio ayer un baño de masas entre los jóvenes de la JMJ, a los que pidió que no sean «aburridos» ni «aburridores»

El Papa Francisco, a su llegada al Parque Blonia para participar en la ceremonia de acogida de los jóvenes
El Papa Francisco, a su llegada al Parque Blonia para participar en la ceremonia de acogida de los jóveneslarazon

El Papa Francisco se dio ayer un baño de masas entre los jóvenes de la JMJ, a los que pidió que no sean «aburridos» ni «aburridores»

El segundo día del Pontífice en Cracovia fue intenso y lleno de mensajes. Su primer gran acto fue a poco más de 130 kilómetros de Cracovia con una misa en el popular Santuario de Jasna Gora, en Czestochowa, donde rezó ante esta Virgen de tez oscura patrona de Polonia. Después celebró la misa en la explanada exterior con más de 300.000 personas. Allí Francisco sufrió un tropiezo al inicio de la celebración que le hizo precipitarse al suelo, aunque rápidamente fue ayudado por algunos miembros de su seguridad y del clero.

En la misa, el Papa conmemoró los 1.050 años de la conversión de Polonia al cristianismo, y en la homilía criticó abiertamente a aquellos que buscan el poder y el éxito a toda costa, aunque esto conlleve ir contra el mismo ser humano. Así, subrayó que «ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano, y es una gran tentación que busca infiltrarse por doquier», por el contrario, «donarse a los demás, cancelando distancias, viviendo en la pequeñez y colmando concretamente la cotidianidad, esto es exquisitamente divino». Puso de ejemplo al mismo Dios, que es «cercano» porque «no desea que lo teman como a un soberano poderoso y distante, no quiere quedarse en un trono en el cielo o en los libros de historia, sino que quiere sumirse en nuestros avatares de cada día para caminar con nosotros».

El plato fuerte del día fue la ceremonia de bienvenida en el parque Blonia. La fiesta comenzó en torno a las 17:30 horas, pero desde tres horas antes los jóvenes ya recorrían los accesos para entrar.

Francisco acudió al encuentro a bordo de un tranvía ecológico, conocido como el «Krakowiak», con los colores oficiales del Vaticano, el blanco y al amarillo. Antes de subir al tranvía, el alcalde de Cracovia, Jacek Krupa, le entregó las llaves de la ciudad y con otras autoridades accedieron para el paseo de apenas unos kilómetros. En el mismo vagón le acompañaron 15 chicos con discapacidad, a quienes saludó cariñosamente. Francisco se sentó junto a una de las ventanillas del tranvía desde donde fue saludando y bendiciendo a todos los que le observaban desde el exterior.

Durante dos horas, el parque Blonia mostró a una Iglesia universal con jóvenes de todos los países y continentes. Francisco subió al blanco y moderno escenario, cuya parte inferior tenía una gran pantalla de led en la que se mostraba un cielo azul con nubes que iban pasando. La fiesta comenzó mostrando bailes típicos de Polonia y después fueron llamados al escenario los cinco continentes con diferentes músicas, al tiempo que otros jóvenes aparecían llevando las banderas de cada país.

Con una sonrisa en los labios, el Papa argentino se acercó hasta el atril central y agradeció a todos los jóvenes la calurosa bienvenida así como «a los que han hecho posible que hoy estemos aquí, que se la han jugado para que pudiéramos celebrar la fe». En el discurso entusiasta que pronunció, de nuevo tuvo un recuerdo especial, como cada día, hacia Juan Pablo II, «que soñó e impulsó estos encuentros», palabras que fueron aplaudidas con fuerza por los jóvenes.

Dirigiéndose a ellos, Francisco aseguró que «no hay nada más hermoso que contemplar las ganas, la entrega, la pasión y la energía con que muchos jóvenes viven la vida. Así, cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, este es capaz de actos verdaderamente grandiosos». Metiéndose a los jóvenes en el bolsillo, el Papa les preguntó dos veces: «¿Creen ustedes que se pueden cambiar las cosas?». «¡Sí!», respondieron los jóvenes al unísono. «¿De verdad creen que se pueden cambiar las cosas?», repitió.

El Papa aseguró que «la misericordia siempre tiene rostro joven», porque «un corazón misericordioso se anima a salir de su comodidad; un corazón misericordioso sabe ir al encuentro de los demás, logra abrazar a todos». Y confesó que le hace daño ver a jóvenes que se «jubilan antes de tiempo», que «a los 24, 25 años parece que han tirado la toalla, que están entregados sin haber comenzado a jugar».

A su parecer este tipo de personas «caminan con rostros tristes, como si su vida no valiera». «Son jóvenes esencialmente aburridos... y aburridores», añadió. Pero también «es difícil, y a su vez cuestionador, por otro lado, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el vértigo, o esa sensación de sentirse vivos por caminos oscuros, que al final terminan pagando...y pagando caro». También denunció que hay jóvenes «que pierden hermosos años de su vida y sus energías corriendo detrás de vendedores de falsas ilusiones, vendedores de humo, que les roban lo mejor de ustedes mismos». «Si tú eres débil, si caes, mira a lo alto: está la mano tendida de Jesús que te dice levántate, ven a mí, y si caigo otra vez, también, y si caigo de nuevo, otra vez, siempre así», aconsejó.