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El Papa invita a rechazar la venganza y construir la paz en Colombia

Francisco instó a "huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, recibe al Papa Francisco a su llegada a la Casa de Nariño hoy
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, recibe al Papa Francisco a su llegada a la Casa de Nariño hoylarazon

Pide a los colombianos que no tengan miedo a denunciar el «espejismo del narcotráfico».

La llegada del Papa a Bogotá recordó a la de Río de Janeiro en 2013 cuando visitó Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Allí, los miles de jóvenes que se agolpaban en las calles para verle pasar en papamóvil rompieron el cerco de seguridad y se abalanzaron sobre el vehículo papal. El miércoles, a su llegada a la capital colombiana le ocurrió lo mismo, lo que originó un enorme caos en la ciudad. Esta es la muestra de lo deseada que es la visita de Francisco –que siendo arzobispo de Buenos Aires estuvo varias veces en el país y le guarda un gran cariño– para culminar ese proceso de paz del gobierno con la guerrilla de las FARC y animar a sanar las heridas.

Precisamente este fue el tema al que más recurrió en los discursos que pronunció ayer. Su día comenzó con una visita a la plaza de Armas de la Casa presidencial de Nariño, donde se reunió con las autoridades del país. Antes, vivió un emotivo encuentro con un grupo de niños que no pudieron evitar echarse encima para intentar abrazarlo.

Después de recordar las visitas a Pablo VI y Juan Pablo II, afirmó que sólo «con fe y esperanza se pueden superar las numerosas dificultades del camino y construir un país que sea patria y casa para todos los colombianos». Las palabras del Papa fueron una especie de guía o brújula en las que también puso sobre la mesa lo que la Iglesia puede hacer en medio del país. «Colombia es el segundo país del mundo en biodiversidad», pero sobre todo una tierra que en los últimos años ha hecho un enorme esfuerzo «para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación».

El Papa aludió a las dificultades encontradas en el camino, pero pidió «persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común». Por ello alentó a los colombianos para que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses particulares y a largo plazo». También sostuvo que «los ciudadanos deben ser valorados en su libertad y protegidos por un orden estable». Por ello, «no es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley, la que es aprobada por todos, quien rige la convivencia pacífica». En opinión de Francisco, «se necesitan leyes justas» que resuelvan la pobreza, la exclusión y la violencia, porque «no olvidemos que la inequidad es la raíz de los males sociales». «Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz», aseguró.

El Papa visitó la catedral, dedicó un breve saludo a los fieles y se reunió con los obispos del país, a quienes les dio una serie de indicaciones para estar siempre cerca de los fieles con humildad. Francisco los animó a no tener miedo «de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente» pero siempre «con humildad, sin la vana pretensión de protagonismo, y con el corazón indiviso, libre de compromisos o servilismos». También les habló de la guerra, que «sigue lo que hay de más bajo en nuestro corazón», sin embargo, «la paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros mismos». «Colombia tiene necesidad de ustedes para reconocerse en su verdadero rostro cargado de esperanza a pesar de sus imperfecciones, para perdonarse recíprocamente no obstante las heridas no del todo cicatrizadas». Fiel a su programa de pontificado, el Pontífice recordó a los obispos colombianos la urgencia de una Iglesia en misión que preste atención a los desafíos de «la familia y la vida, los jóvenes, los sacerdotes, las vocaciones, los laicos, la formación». «No tengan miedo de alzar la voz para recordar a los que una sociedad que se deja seducir por el espejismo del narcotráfico se arrastra en esa metástasis moral que mercantiliza el infierno y siembra por doquier la corrupción y, al mismo tiempo, engorda los paraísos fiscales», afirmó con dureza.