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El Estado «paria» de Tsipras: no paga 1.500 millones al FMI

Partidarios de permanecer en el euro se manifiestan en Atenas
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El Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó que Grecia no efectuó el pago de los 1.600 millones de euros debidos al organismo, cuyo plazo vencía a medianoche y declaró al país «en mora».

Convocatoria de referéndum, control de capitales y ayer impago al Fondo Monetario Internacional (FMI), una devolución de un préstamo por valor de 1.500 millones de euros. Grecia vive en la anomalía dentro de sus fronteras. En un escueto comunicado minutos después del final del plazo, firmado por el portavoz del organismo, Gerry Rice, ratificaba que Atenas no había efectuado el pago debido y, por lo tanto, el país era declarado «en mora». «Confirmo que el pago de cerca de 1.600 millones de euros debidos por Grecia al FMI hoy [por ayer] no ha sido recibido. Hemos informado al Directorio Ejecutivo de que Grecia está ahora en mora y sólo puede recibir fondos una vez que los atrasos hayan sido cumplidos», señaló Rice.

Sin embargo, el incumplimiento del pago al Fondo podría tener mayores consecuencias que van hasta la expulsión del organismo. En su último informe, el FMI destaca que en caso de impago el país «pierde el acceso al capital de la institución internacional». Es decir, no podría recibir, por el momento, más dinero. Siguiendo esas reglas, la institución presidida por Christine Lagarde no tendrá más remedio que dejar de financiar a Grecia.

El impago, con todo, es el desenlace final de una interminable lista de trompicones entre Atenas y Washington. En mayo, el Gobierno griego pudo cumplir uno de sus vencimientos recurriendo a un fondo de reserva del país en el propio FMI y a comienzos de junio pidió la reagrupación de los cuatro pagos para finales de mes. El propio ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, informó ya por la mañana del impago.

En teoría, según los mecanismos del Fondo, Grecia dispone un mes de margen para abonar ese dinero. Sin embargo, «dada la visibilidad y la importancia del caso griego», como señaló uno de sus portavoces, quizá no espere tanto tiempo para convocar una junta de directores y tomar cartas en el asunto. Paradójicamente, esa notificación no tendrá efecto en las agencias de calificación, ya que no tienen en cuenta a los países en suspensión de pagos tras un incidente con el FMI.

Aunque eso parece ser la última preocupación para el Gobierno griego, que busca a la desesperada una solución para apaciguar el terremoto creado en los últimos días. Ayer por la tarde se reunió de urgencia la cúpula del Ejecutivo heleno en Megaro Maximou –La Moncloa griega– para mantener contactos directos con las instituciones en un intercambio frenético de «últimas propuestas» que acabaron con el rechazo del Eurogrupo a la petición de Atenas para un nuevo programa de rescate. Sería el tercero, una opción que los izquierdistas habían descartado en las negociaciones por «hundir al país en la sumisión».

Atenas señaló que intentará «hasta el último momento buscar un acuerdo viable dentro del euro». Un resumen de la última propuesta griega: 30.000 millones de euros para un rescate de dos años y un alivio de la deuda. Ante esa vuelta a la mesa de negociaciones, el Ejecutivo heleno justificó que «el referéndum no es el final, sino la continuación de las negociaciones para mejorar el acuerdo».

A pesar de la presión que sufre el país, el Gobierno reiteró que la consulta se llevará a cabo. La presidenta del Parlamento, Zoe Constantopouolou, además, recordó que «la desconvocatoria del referéndum va en contra de la Constitución». Esta consulta ha puesto en jaque al primer ministro, Alexis Tsipras, que se encuentra en un callejón sin salida. Una victoria del «no», según él, reforzará la postura del Gobierno en las negociaciones. Algo que los acreedores ven poco probable. Si vence el «sí», Tsipras puede dimitir, tal y como dejó entrever el lunes por la noche en una entrevista. La versión más positiva que se escuchó por parte de los izquierdistas fue esta: «Syriza todavía puede demostrar mucho y llegar a un acuerdo sostenible y eso sería visto en toda Europa como que un Gobierno de izquierdas que quiere hacer las cosas diferentes también puede jugar en el tablero de la UE». A tenor de la férrea postura de las instituciones, especialmente ayer de Merkel, esa posibilidad parece remota.

La pregunta entre los analistas locales es: ¿cómo salvará la cara Tsipras? ante los griegos tras el referéndum, sea cuál sea su resultado. Después de los inesperados acontecimientos, un miembro de Syriza aseguraba a la Prensa: «Ahora mismo todo es posible».