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Huawei lanza el Mate 10 Pro, el buque insignia de la marca china

Su nuevo procesador, el Kirin 970, es el primero para smartphones que, por sus prestaciones, es capaz de soportar Inteligencia Artificial en el propio dispositivo

Huawei lanza el Mate 10 Pro, el buque insignia de la marca china
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El gran Arthur C. Clarke aseguraba que «cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia». Lo que equivale a decir que a la hora de comprender algo verdaderamente innovador, en el campo tecnológico, es muy fácil dejarse guiar por el asombro y olvidar el camino que nos trajo hasta aquí.

Cuando Richard Yu salió a escena, cerca del estadio olímpico de Múnich, tenía muy claro el guión: «hemos hecho los mejores móviles del mercado y los sometemos a las comparaciones que quieran». Mencionó la batería (de 4.000 mAh, un 40% más que el iPhone X), habló de el porcentaje de pantalla: 81,79% contra menos de un 70% del iPhone 8. Una cámara con óptica Leica y resistente a salpicaduras y polvo (el Mate 10, el Pro, es al agua también, pero por ahora no se venderá en España).

Pero la realidad es que hay un mundo más allá de las especificaciones y tiene que ver con lo que hace diferente a Mate 10. Si bien el tamaño de pantalla, la resolución de la cámara o la batería entran en lo esperable a la hora de los avances actuales, lo que tiene un enorme potencial es el nuevo microchip de Huawei, el Kirin 970. Y es lo que va a influir en el usuario una vez lo pruebe. Al ser el primero en incorporar inteligencia artificial directamente en el hardware de un smartphone, el Mate 10 no precisa internet ni la nube para aprender, deducir y dar resultados. En apenas cinco segundos es capaz de reconocer 2.000 imágenes y ubicarlas en 13 categorías diferentes (paisajes, comidas, personas, mascotas, deporte, etc.) y a cada una de ellas les da el tratamiento adecuado, de luz, velocidad, sensibilidad, etc. para que la foto sea lo mejor posible. Esto es posible gracias a que la unidad de procesamiento neural, NPU, del microchip, fue «alimentada» con 100 millones de imágenes, una biblioteca que le permite, en un parpadeo, reconocer una imagen y ubicarla en un contexto fotográfico.

Otra ventaja del microchip Kirin 970 es que se involucra directamente con la batería del teléfono para decidir qué tareas realiza la tarjeta gráfica, cuales se asignan a la unidad de procesamiento central y cuales de sus 16 núcleos totales asumen qué tareas. De este modo los recursos están muy definidos y, sin aumentar su capacidad, la batería incrementa su vida en un 30%. Así, batería y cámara, dos de los pilares de un smartphone para el publico en general, dan un salto cualitativo enorme gracias a la IA.

Hay también otras áreas que reciben esta influencia. A la hora de realizar una traducción, por ejemplo de un menú en un restaurante, lo hace en 50 idiomas y tres veces más rápido que hasta ahora. También tiene otra gran ventaja: se adapta al sonido ambiente. Si estamos hablando en un sitio con mucho ruido alrededor, automáticamente reconoce nuestra voz, anula (en cierta medida) los ruidos externos y evita que tengamos que estar gritando. Pero también, al ser pioneros, el Mate 10 aún no sabe, ni sabemos, qué es capaz de hacer exactamente. Cuando salga a la venta (en noviembre y por un 699 euros), los desarrolladores podrán comenzar a jugar con él e intentar sacarle el jugo. Se sabe que la fotografía es apenas el primer paso, luego llegará la música (¿estás haciendo ejercicio? Tu lista del gimnasio aparece automáticamente), el entretenimiento (¿Y si el propio videojuego te enseñara a mejorar la puntuación?), salud (sí, las fotos de comida pueden delatar tus saltos en la dieta) y opciones multimedia, ya sea de reproducción o de edición.

Hay dos mayores desafíos a los que se enfrenta el Mate 10 en cuanto a inteligencia artificial. El primero es que todavía no podemos formar parte activa del aprendizaje de la NPU, es imposible, por ahora, que un biólogo dedique horas a suministrarle miles de imágenes de escarabajos para que pueda identificar si estamos frente a una especie desconocida. Pero es imposible para nosotros como usuarios, los desarrolladores pueden crear estas y otras aplicaciones más complejas.

El segundo obstáculo es que, como la IA está en el hardware y no forma parte de internet o de la nube, si después de meses y meses de aprender de nuestras acciones y hasta nuestras preferencias, el teléfono se pierde, se estropea o lo roban, toda esa información, la hemos perdido, habría que empezar a «estudiar» de nuevo.

Esto es algo que se le ha planteado a Huawei desde que lanzó el Kirin 970 y ahora, por primera vez, han dado un atisbo de solución: habrá un sistema en la nube propio que no solo almacenará imágenes y documentos, también el aprendizaje de modo que se pueda transferir de un modelo a otro. Uno de los mayores desafíos, es la seguridad. Y en ello están trabajando ahora mismo.