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La retirada de los detectores no calma a los líderes de las mezquitas

Exigen al Gobierno de Netanyahu que no instale ningún sistema de seguridad alternativo.

Policías fronterizos israelíes caminan por la zona donde han sido retirado los detectores de metales, a su salida del Monte del Templo, en Jerusalén
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Exigen al Gobierno de Netanyahu que no instale ningún sistema de seguridad alternativo.

Siguiendo las indicaciones del gabinete de seguridad israelí, la Policía desmanteló ayer de madrugada los detectores de metales y las cámaras en los accesos a la zona sagrada del Monte del Templo (en terminología judía), llamada por los musulmanes Haram al Sharif, en lo que las autoridades abordaron como un intento de poner fin a la crisis de los últimos días. Estos habían sido colocados a raíz del asesinato de dos policías en el monte sagrado con armas que habían sido escondidas en la mezquita de Al Aqsa.

Sin embargo, la decisión sólo sirvió para generar nuevas tensiones. Por un lado desató divisiones dentro del propio Gobierno y en la opinión pública israelí, ya que un sector de la población asegura que equivale a una «claudicación ante el terrorismo». Además, el primer ministro Benjamin Netanyahu es criticado porque días atrás recalcó que los detectores se mantendrían porque son claves para la seguridad y después transigió. Por otro lado, dejó insatisfechas a las autoridades del Waqf que dirigen las mezquitas y también a la Autoridad Palestina. Anoche, su presidente, Mahmud Abbas, dijo que no era suficiente y que la coordinación en materia de seguridad con Israel se mantendrá sin efecto. Uno de sus asesores, Nabil Shaath, indicó que «todo esto es usado por Israel para fines políticos, aunque habla de seguridad».

El mufti de Jerusalén, Muhamed Hussein, proclamó que no se debe rezar por ahora en las mezquitas. El Waqf –que representa a Jordania, guardián oficial de las mezquitas– no da por concluido el problema y llama a los musulmanes a seguir orando fuera y no dentro de las mezquitas, a pesar de que están totalmente abiertas. Asegura afirmando que «hasta que no se vuelva plenamente a la situación anterior al 14 de julio, no vamos a entrar». Ese día se produjo el atentado contra los policías y el Gobierno de Israel cerró las mezquitas por dos días para buscar armas y pruebas. Después las abrió con los detectores de metales a unas decenas de metros de las mismas.

La oficina del «premier» informó de que se «aceptó la recomendación de incorporar medidas de seguridad basadas en tecnologías avanzadas en lugar de los detectores, a fin de garantizar la integridad de los visitantes y fieles que van a orar a la Ciudad Vieja y al Monte de Templo». Se trata de cámaras especiales capaces de captar objetos ocultos, pero no han sido publicados aún los detalles exactos de su tecnología. Sea como sea, la puesta en marcha del plan llevaría hasta seis meses y requeriría un presupuesto de cien millones de shekels, unos 28 millones de euros. El portavoz de la Policía israelí, Micky Rosenfeld, recalcó que «la Policía no utiliza ningún tipo de cámara que dañe la privacidad ni tiene intención de usarlas en el futuro». «Se mantiene el pleno respeto por el público y su privacidad, sean fieles camino de la oración o no, y muy especialmente de mujeres». Pero el Waqf no acepta ninguna explicación y dado que Israel anuncia nuevas técnicas para sustituir a los detectores, se adelanta, se opone ya y asegura que continuará protestando. En una entrevista concedida a la emisora Galei Tzahal, el asesor jurídico del Waqf señaló que «no hay negociaciones» y que «tampoco ahora se volverá a rezar dentro», aclarando que «lo importante es que todo lo que se haga en el Haram sea coordinado de antemano».