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Más de 2.000 invitados en el Palacio Real

Los asistentes a la tradicional recepción aumentan un 25% respecto a años anteriores

Los Reyes a su llegada a la recepción que han ofrecido hoy en el Palacio Real
Los Reyes a su llegada a la recepción que han ofrecido hoy en el Palacio Reallarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@e4c5a58

La recepción en el Palacio Real con motivo de la Fiesta Nacional siempre es el reflejo de la situación que atraviesa nuestro país, y se nota tanto en el provocador plantón al Rey del líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la acostumbrada ausencia del líder de la Generalitat, Artur Mas, o en el aumento de personas que asistirán en un día de compromiso con la historia y el significado de lo que es España. Según datos que manejaba la Casa del Rey a día de ayer, hoy acudirán al acto alrededor de 2.000 invitados, lo que supone un 25 por ciento más que en años anteriores, número similar sólo al de 2014.

Desde Zarzuela no explican el motivo por el que desde que Don Felipe fuera proclamado Rey la cifra ha aumentado, pero lo que es una realidad es que desde entonces en aquellos actos que se ha podido hacer así, la Casa ha aumentado el número de invitados para llegar a todos los sectores de la sociedad y no sólo congregar a las autoridades y representantes políticos. Así sucederá en la recepción de hoy, un día en el que los Reyes han querido estar con los representantes de todos los ámbitos que forman la unidad de España, en un momento en que algunos se empeñan en intentar cuestionarla.

Es así como se entiende la ambigua función del Jefe de Estado según marca la Constitución actual, dentro de su papel de árbitro pero nunca miembro de un «equipo» o de otro. Se palpa en estos gestos, o en los últimos mensajes que ha lanzado internacionalmente, como ante la Eurocámara en Estrasburgo, en la que aseguró a Europa una «España unida y diversa».

Los Reyes llegaron al Palacio de Oriente después de presenciar el desfile militar en la plaza de Neptuno, al que, al igual que el año pasado, han asistido la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía.

Por otro lado, ni Don Juan Carlos ni Doña Sofía han ido al desfile, al homenaje a la bandera y a los caídos ni a la recepción posterior. Tampoco lo hicieron el año pasado con la intención de no acaparar protagonismo, a pesar de que el Rey Emérito sea Capitán General de las Fuerzas Armadas en la reserva. Las niñas tampoco asisten al acto en el Palacio de Oriente por cuestión de edad.

Desde Zarzuela facilitaron ayer una lista de las invitaciones cursadas por grupos, sin especificar nombres debido a que siempre existe un margen de fallo tanto en la ausencia como en la asistencia. Se contará con la presencia de los componentes de los poderes del Estado, el Gobierno, altos cargos extranjeros, presidentes de las comunidades autónomas (como añaden que han confirmado 15, la sospecha de que Íñigo Urkullu y Artur Mas sean los que no han respondido tiene motivos de sobra de producirse), ex presidentes del Gobierno, Cuerpo Diplomático y organismos internacionales, miembros del Congreso y del Senado, de las Fuerzas Armadas, secretarios generales de partidos con representación parlamentaria, alcaldes, representantes del sector económico, como de la patronal, sindicatos y empresarios, representantes de todas las Iglesias y confesiones reconocidas, personas del ámbito deportivo, cultural, educativo y de ayuda social, profesionales de los medios de comunicación y también asociaciones como la de los caballeros del Toisón de Oro o de la diputación de la Grandeza.

Tras el tradicional besamanos, los invitados se han desplegado por los salones del Palacio Real, que tiene carácter privado en el sentido de que las conversaciones que allí se mantengan, al menos en lo que concierne a la Casa Real, no se publican, manteniendo la política del año pasado. Sólo en 2012, siendo Don Felipe aún Príncipe de Asturias, trascendió el coloquio que mantuvo con los periodistas, en el que el aún heredero de la Corona aseguró que «Cataluña no es un problema», y se mostró convencido de que la situación podría ser reconducida por la clase política y las instituciones siempre y cuando se actuase con «responsabilidad».