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Luz verde a dos oleoductos paralizados por Obama

El presidente de EE UU ignora las críticas de los ecologistas y asegura que generarán puestos de trabajo. Ofrece «ayuda» a los empresarios del motor para conseguir licencias medioambientales

Donald Trump muestra la firma de la orden de los proyectos
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El presidente de EE UU ignora las críticas de los ecologistas y asegura que generarán puestos de trabajo. Ofrece «ayuda» a los empresarios del motor para conseguir licencias medioambientales

Si hay algo de lo que no se puede acusar al recién nombrado presidente de Estados Unidos es de no cumplir con su palabra. Donald Trump dijo en campaña que sus primeros días en el Despacho Oval servirían para enterrar la herencia de su antecesor, Barack Obama, a base de decretazo. Dicho y hecho. Adiós al «Obamacare», a los tratados comerciales, a la presión de la inmigración... Y ayer llevó a cabo otra de sus promesas: resucitar dos proyectos petroleros que su antecesor había frenado: la construcción de dos polémicos oleoductos, el Keystone XL y el Dakota Access. Tras reunirse con ejecutivos de las grandes empresas del motor, firmó cinco decretos, dos de ellos para reactivar estos proyectos y tres más que conciernen a la aceleración de la tramitación de permisos medioambientales y regulaciones, de las que se había quejado en su reunión con los empresarios de las grandes compañías de automóviles.

El mensaje que envió desde la Casa Blanca fue claro. Según él, es un gran defensor del medio ambiente, aunque primero está la creación de trabajo en EE UU. Ya se sabe: «America First».

Ambos proyectos han generado mucha controversia y grandes protestas de grupos ecologistas. El Keystone XL, que consiste en una construcción desde Canadá a Nebraska con la que se pretenden transportar más de 800.000 barriles diarios, necesita la aprobación de las autoridades de ese Estado. A finales de 2015, Obama decidió bloquear la propuesta al considerar que socavaría sus esfuerzos de sacar adelante el acuerdo climático global, columna vertebral de su legado medioambiental. Mientras, Trump tiene que acordar con los ejecutivos de TransCanadá nuevos detalles del controvertido oleoducto. El actual presidente quiere que su Ejecutivo se quede con el 25% de los beneficios, algo poco frecuente en este tipo de acuerdos, por lo que tendría que negociarse con el Gobierno de Canadá y la empresa constructora. Además, espera que todo el acero de las tuberías se construya en EE UU. Sin embargo, en el acuerdo inicial que bloqueó el ex presidente, se había establecido que el 65% se haría en Estados Unidos y el resto en Canadá.

Sin embargo, está claro que la recuperación de estos dos proyectos abre una batalla entre demócratas y republicanos, en la que los defensores del medio ambiente se enfrentarán a los republicanos, que argumentan que estos dos proyectos crearán miles de trabajos. «Esto va a generar muchos empleos en el sector de la construcción», garantizó Trump.

Por su parte, el proyecto del Dakota Access, bajo el lago Oahe, tampoco está exento de debate. Allí existe una clara amenaza, según varios expertos, a la vida de los indígenas que residen en la zona. Al parecer, la construcción de este oleoducto contaminaría el agua potable y sería un desafío a los lugares de culto sagrados de los indios Sioux. Ya a finales del año pasado, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos se negó a permitir la construcción, que tenía prevista la empresa de Texas Energy Transfer Partners para transportar 470.000 barriles de crudo desde Dakota del Norte hasta Illinois. Según denuncian varias organizaciones de activistas, el petróleo procedente de las arenas bituminosas emite un 17% más de gases de efecto invernadero que la extracción convencional de crudo.

En relación a su encuentro con los empresarios de las empresas automovilísticas, Trump les aseguró que les ayudará con la tramitación de los permisos medioambientales. Eso sí, hay una condición: tienen que quedarse en EE UU. «Vamos a devolver las fábricas a nuestro país. Va a ser a lo grande. Vamos a reducir los impuestos y todas las regulaciones innecesarias. Queremos regulaciones, pero que signifiquen algo», aseguró ante Mary T. Barra, de Ford; Craig Glidden, de General Motors; Sergio Marchionne, de Fiat, y Shane Karr, de la Alianza de Empresas Automovilísticas, entre otros directivos.

Para empezar su particular guerra contra el medio ambiente en favor de la creación de trabajos, el otrora empresario prohibió a los trabajadores de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, en inglés) que informen de sus avances a la Prensa o actualicen las redes sociales, a la vez que congeló sus contratos y subvenciones. «La nueva Administración de la EPA ha pedido que todos los contratos y las concesiones sean suspendidos temporalmente, con efecto inmediato. Hasta que recibamos más aclaraciones, esto incluye órdenes de trabajo y asignaciones de trabajo», señala una de las directrices que se han filtrado a los medios.

En esta cruzada del nuevo líder de Estado Unidos, ayer abordó otro de los temas candentes en el panorama político-judicial del país: el nombramiento del nuevo juez de la Corte Suprema, que cubrirá la vacante de Antonin Scalia, fallecido el año pasado. Ayer mantuvo varios encuentros con senadores para avanzar en la confección de una lista definitiva de candidatos. La decisión, dijo Trump, la tomaría ayer, pero la anunciará la semana próxima.