El Euroblog

Inquietud en París por el auge del nacionalismo corso

La Razón
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“A partir de hoy comienza otra historia y vamos a escribirla juntos. El pueblo corso existe y será reconocido”. Con esta declaración de intenciones se estrenó Gilles Simeoni, primer presidente nacionalista de Córcega desde que se creó la Asamblea regional en 1982, durante su discurso de investidura, leído en corso, el 17 de diciembre. En un claro mensaje a París, Simeoni, un abogado que defendió en 1998 a un independentista que asesinó a un policía, aseguró que Córcega “se beneficiará de un estatuto que le confiera poder legislativo, algo que se impondrá de manera natural como una evolución política e institucional ineluctable, también a nivel europeo”.

Con una exigua mayoría de 24 diputados en una Cámara de 51 escaños, Simeoni se impuso en la segunda vuelta de las elecciones regionales del 13 de diciembre al frente de la lista “Per a Corsica”, que reunió a diferentes grupos nacionalistas e independentistas corsos, con el 35% de los votos. La oposición socialista del ex presidente isleño Paul Giacobbi, envuelto en numerosos escándalos, sumó doce escaños, mientras que la derecha tuvo que conformarse con once. En tondo conciliador, el nuevo líder corso insistió en que “nadie debe sentir ninguna inquietud. Nosotros siempre seremos los representantes de todo nuestro pueblo”.

Sin embargo, estas palabras no tuvieron el efecto deseado en la Francia continental, donde la clase política no pudo disimular sus temores a la deriva nacionalista en la isla tras escuchar al presidente de la nueva Asamblea, el independentista Jean-Guy Talamoni, reclamar la liberación de los “presos políticos” en un discurso pronunciado también íntegramente en corso.

En un país centralista donde el francés es el único idioma oficial de la República, no deja de escocer el hecho de que una autoridad se diriga en un acto institucional en una lengua no reconocida. “Soy bastante tolerante, a condición de que las reglas de la República se respeten”, señaló en la cadena BFM el portavoz gubernamental, Stéphane Le Foll. “Otro tema sería que un día aquellos que se expresan en corso quisieran cuestionar la República, o cuestionar dentro de la República lo que es Córcega”, advirtió.

En una conversación telefónica con Simeoni, el primer ministro, Manuel Valls, se comprometió a “contribuir al desarrollo económico de la isla” y a “proseguir un diálogo sereno, constructivo y calmado", pero obvió referirse a las dos demandas principales de los nacionalistas: una mayor autonomía fiscal y el reconcimiento del corso, que desde 2002 ya puede estudiarse en la educación primaria.

Desde la oposición, en cambió, no se ahorraron las críticas al Gobierno socialista por su pasividad ante las provocaciones de las nuevas autoridades de Ajaccio. Para el ex primer ministro conservdor François Hollande, “el discurso en una lengua que no es la de la República, la referencia a los presos políticos, de los que Valls ha recordado que no existen más que en la imaginación de los nacionalistas, y los insultos a la historia de nuestro país merecen una reacción clara sobre la unidad de la nación”.

Desde la ultraderecha, el vicepresidente del Frente Nacional (FN), Forian Philippot, recordó que “el artículo 5 de la Constitución indica que el presidente de la República es el garante de la integridada territorial francesa”. El discurso de Talamoni, en opinión del “número dos” del FN “fue un acto antinacional, porque no solo tomó la palabra en corso en una institución de la República, sino que también dijo cosas gravísimas”. Incluso el líder del Frente de Izquierdas, Jean-Luc Mélenchon, reconoció sentirse “un poco ofendido” cuano el presidente de una Asamblea francesa habla un idioma que él no comprende.

El presidente François Hollande, que tiene previsto reunirse en el Elíseo con los trece presidentes regionales en los próximos días, tendrá la oportunidad de transmitr estas preocupaciones a Simeoni. Lo cierto es que desde que el Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC) decidiera en 2014 abandonar sus acciones terroristas, el sentimiento inedependentista ha diminuido en una isla de 320.000 habitantes que dependende del Estado para su financiación y para el transporte marítimo al continente. El año pasado, el presupuesto estatal aportó el 59,5% de los 600 millones de euros de presupuesto anual de Córcega, el más barato de todas las regiones francesas.

pgarcia@larazon.es