Política

Macron, el electrón libre de la política francesa

El ex ministro de Economía francés Emmanuel Macron
El ex ministro de Economía francés Emmanuel Macronlarazon

Las ambiciones políticas del joven Emnanuel Macron (Amiens, 1977) eran un secreto a voces desde que el banquero convertido en ministro creó en abril su propio movimiento, En Marcha. Una plataforma con la que se presentaba a la sociedad como un visionario por encima de la derecha e iquierda tradicionales. Como una especie de Kennedy que queria aplicar las reformas que ningún partido ha sido capaz de conseguir por culpa del inmovilismo nacional.

Este electrón libre de la política francesa se convirtió hace dos años en el ministro más joven del Gobierno del no menos ambicioso Manuel Valls gracias al impulso de François Hollande, que le fichó como asesor económico cuando competía por las primarias socialistas en 2011. La estrecha relación entre el padrino y su protegido va más allá de la jerarquía entre un presidente de la República y un ministro, reconoció hace tiempo Hollande. Sin embargo, la repentina renuncia del dinámico Macron no ha dejado de iritar al inquilo del Elíseo, según sus allegados.

“Emmanuel Macron se ha ido por conveniencia personal” y porque “de diferentes formas ha dicho que quería ser candidato”, critica el ministro de Agricultura y portavoz del Gobierno, Stéphane Le foll, uno de los amigos más próximos del presidente de la República. Le Foll añade que “Hollande está sobre todo decepcionado” porque durante mucho tiempo Macron fue “su colaborador” en la administración del Elíseo y luego su ministro, y ahora “ha dado un portazo con cierta audacia” con el argumento de que manteniéndose en el Gobierno no podía manifestarse libremente.

Ciertamente, la relación entre Valls y Macron era insostenible, dada la costumbre del último de criticar públicamente a su primer ministro y las políticas del Ejecutivo del que formaba parte y gracias al cual ha obtenido la popularidad de la que actualmente goza entre los franceses. Valls no quiso desaprovechar ayer la oportunidad de cargar contra su dísculo ex ministro de Economía al recordarle la lealtad que exige su puesto: “Hay que servir a tu país hasta el final. Ser ministro o primer ministro es un honor increíble, requiere responsabilidad y sentido de Estado, no pensar en uno mismo y trabajar en un colectivo”. En otro dardo envenenado, el dirigente socialista nacido en Barcelona trata de aplacar la impaciencia de Macron para ser candidato a las presidenciales de abril-mayo del próximo año. “Ser candidato a presidente -le recuerda Valls- es algo que no se improvisa, hay que tener una gran abnegación”.

Aunque tres de cada cuatro franceses verían con buenos ojos que Macron fuera candidato al Elíseo, el ex patrón de Bercy no las tiene todas consigo. Sin fondos y apoyos de peso, es prácticamente imposible que pueda poner en marcha una campaña presidencial. Por ahora los medios francesas han informado que En Marcha (EM, siglas que no por azar coinciden con las de su nombre) ha alquilado unas oficinas en la torre Montparnasse de París. Sólo el tiempo dirá si esta especie de Albert Rivera lago es un globo sonda a punto de estallar o logra imponerse como el “tercer hombre” en un panorama político en el que el Frente Nacional suele aglutinar el voto de protesta contra los dos partidos tradicionales. A favor de Macron está el hecho de que cuenta con admiradores a ambos lados del espectro político (49% entre los electores de derechas, 28% entre los de izquierdas y 19% entre los ultraderechistas). No por casualidad el impetuoso ex banquero ha reconocido que hace mucho tiempo dejó de ser socialista. ¿No hay mayor insulto para su mentor?