Julián Cabrera

«A pulso»

Se ofrecen a pocas horas para el arranque de la campaña electoral andaluza como especialmente indicativas las afirmaciones de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, señalando que el trabajo «a pulso» del Gobierno del Partido Popular durante estos últimos años dará su fruto en crecimiento económico y además sin ayuda de quienes predican en tertulias.

Sobre la primera parte, en la apreciación de Soraya los números cantan –véase el dato del nuevo descenso del paro publicado ayer– irrebatible. La segunda parte, tertulias o no, merece una pequeña apostilla; la presencia bien medida en los medios ni sobra ni estorba a la hora de explicar y transmitir lo ganado a pulso y ésta sigue siendo, guste o no, asignatura pendiente del PP a la hora de recuperar esos casi tres millones de votos que amenazan con fugarse a la abstención... o a otros emergentes lares del centro político.

El primer test frente a la disyuntiva pulso/predicadores se sitúa en Andalucía. Allí se desvelarán algunas incógnitas: el nivel de audacia en la operación adelanto de Susana Díaz; la capacidad real de Podemos, no en unos comicios al lejano Parlamento Europeo, sino en clave doméstica; la potencia de tiro de Ciudadanos, formación nacida en Cataluña al albur del discurso antinacionalista, o la capacidad de resistencia de IU, que si no aguanta en una comunidad en la que forma parte del «sistema» será porque está muerta en el resto del Estado. Es en Andalucía donde veremos los niveles reales de fortaleza de las distintas opciones políticas en un momento en el que, con todo el respeto hacia ellos, es normal que quienes viven de las encuestas anden de los nervios dando palmetazos al aire y persiguiendo fantasmas entre un voto oculto que, no lo duden, nos va a deparar sorpresas.