Política

Francisco Marhuenda

¿Acabar con el crecimiento?

La Razón
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La encuesta que publicamos hoy muestra que el PP ganará las elecciones autonómicas en numerosas comunidades autónomas, pero que el desgaste le provoca un importante retroceso del que sale beneficiado Ciudadanos. Los resultados para el PSOE tampoco son favorables porque sufre también un importante retroceso. A una semana de las elecciones, Rajoy tiene el reto de recuperar a los millones de votantes desencantados por razones diversas, pero que pueden sentirse animados a votar a los populares para impedir un escenario de inestabilidad. No es fácil, pero no resulta imposible. Un factor decisivo para que España superara la crisis económica y se pudieran hacer esas reformas impopulares que han desgastado al PP fue, precisamente, la estabilidad política tanto en las Cortes Generales como en la mayor parte de comunidades autónomas y grandes municipios. Un escenario como el que muestra la encuesta, así como el que podría resultar de las generales, si se mantuviera la tendencia, sería demoledor para el ciclo de recuperación que vive España.

No se trata de apelar al voto del miedo sino al del sentido común. Rajoy ha llevado a término un programa reformista tan intenso como impopular e incomprendido, porque a nadie le gustan los recortes y la subida de impuestos. El presidente del Gobierno se encontró sin otra salida que actuar con contundencia y firmeza porque la alternativa era el rescate o la salida del euro. Es cierto que se incumplió una parte del programa, menor de lo que insisten los periodistas y políticos que quieren desalojar al PP del gobierno, pero se ha instalado en la opinión pública la idea de ese incumplimiento, así como el malestar por los efectos de la crisis económica.

La pregunta que hay que hacerse es si el malestar de una parte de esos más de 10,5 millones de votos que tradicionalmente obtienen los populares debería traducirse en un fuerte castigo que traiga la inestabilidad en autonomías y municipios. En cambio, las consecuencias de las políticas de Rajoy han sido muy positivas para la economía española y la creación de empleo como muestra la situación actual de crecimiento. España crecerá este año por encima de un 3,5 por ciento y la creación neta de empleo puede superar los 700.000 puestos de trabajo. ¿Hay que mostrar el enfado regresando a la crisis económica? ¿Merece el PP salir del gobierno por haber tomado decisiones tan impopulares como imprescindibles? Los españoles sabemos muy bien cuáles son las consecuencias de las políticas del «buenismo» socialista que pasaron por ignorar la crisis y luego despilfarrar con las manos llenas pensando que el gasto público desbocado servía para salir de un escenario que cada día era más catastrófico. La alternativa socialista, tanto en municipios y comunidades como en el gobierno de España, sería la suma de los perdedores. ¿Alguien cree que un escenario de inestabilidad a gran escala es un buen mensaje para los inversores tanto nacionales como extranjeros?

Los partidos minoritarios, Ciudadanos y Podemos, parten con la ventaja de realizar promesas que saben que no podrán cumplir. Lo único importante para ellos es conseguir votos. Los dos irrumpen en la política nacional sin pasado en gobiernos o parlamentos, aunque la formación de Rivera tiene presencia en el Parlamento de Cataluña. Es una posición muy cómoda porque no han sufrido ningún desgaste y son «simpáticos» para los votantes desencantados de la izquierda y la derecha.

El problema siempre son las consecuencias. Una vez entrado en un escenario de inestabilidad, como el que vive Andalucía, es muy difícil salir. Es cierto que cabe convocar otras elecciones, pero una vez más no resulta la opción más positiva. Es cierto que Ciudadanos no tendrá más alternativa que apoyar al PP salvo que quiera formar el frente de los perdedores con PSOE, Podemos e IU, lo que sería un escenario demoledor para Rivera. Por tanto, no se trata de apelar al voto del miedo sino al del sentido común y la coherencia para impedir que España se instale en una perniciosa inestabilidad de consecuencias imprevisibles. Rajoy buscaba y busca lo mejor para España. Por ello, tomó decisiones difíciles e impopulares. ¿Merece un castigo?