Política

Ángela Vallvey

Al descubierto

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No habrán faltado motivos «de seguridad», y expertos, que aconsejaran al nuevo Rey de España hacer «el paseíllo» desde las Cortes al Palacio de Oriente en un coche cubierto, a resguardo de las inclemencias (desde posibles atentados a ese sol de justicia que ayer caía sobre el asfalto madrileño). Sin embargo, la decisión del Rey de recorrer finalmente las calles de la capital en un coche descapotable ha sido un gesto loable que hay que apreciar en lo que vale. Su padre también lo hizo así, y la comparación entre ambos habría resultado poco benévola para el actual Monarca de haber optado por «esconderse» dentro de un coche blindado, o sea: protegido de los peligros, pero también de las miradas, de las gentes, de una España tan real y soberana como él mismo. Un coche cerrado habría sido un craso error: el símbolo de una Monarquía alejada del pueblo llano, lacrada contra los rigores de la vida, sellada frente al mundo y su intemperie. Por el contrario, el Rey ha querido dar la cara, pasear al descubierto, no como un temerario sino como un hombre capaz de afrontar riesgos, aunque sean teóricos. Starbuck, el primer oficial del «Pequod» en la inolvidable «Moby Dick», exhortó a su tripulación diciendo: «No toleraré en mi buque a ningún hombre que no tenga miedo de una ballena». Ojalá el Rey, como Herman Melville, sepa que «el coraje más confiable y útil es el que surge de una justa estimación del peligro».