Francia

Alta comedia francesa

La Razón
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Un género teatral en desuso es la alta comedia. Para merecer tal título, las obras debían estar envueltas en el refinamiento y el lujo, todo sazonado con picardía y diálogos de gran nivel, con ironía y cierta brillante maldad. Este retrato tiene una pareja protagonista en estos días. Brigitte Trogneux –por cierto, qué nombre tan francés Brigitte, sobre todo después de la Bardot– nació en Amiens hace 64 años en el seno de una familia bien de la burguesía provinciana. Cinco generaciones surtiendo de chocolate extra al mundo entero. Se casó a la edad (21 años) que se casaban las mujeres en su época. Lo hizo con un prestigioso juez, matrimonio modélico que tuvo tres hijos. Decide salirse de su acomodada vida y compartir la familia con la enseñanza. Justo como maestra conoce al otro protagonista de tan bella comedia: Emmanuel Macron, que tenía entonces 15 años. Ella ya empezaba a no tener edad, como dice la canción. Andaba navegando a toda vela hacia los 40. La profesora nota que el alumno está enamorado de ella, pero esto es un clásico. Al siguiente curso todo habrá pasado. Pasa el tiempo y se reencuentran en París, ciudad siempre buena Celestina. El amor y la pasión se desatan y ella no duda en romper su perfecto, pero aburrido, matrimonio para casarse con Emmanuel. 27 años los separan, pero esto es un acicate más. 12 años de matrimonio, más dos de convivencia, lo avalan. Él es un triunfador en la banca. Ella le impulsa a la política. El salto lo hace tan perfecto que a los 35 años es ministro de economía de Francia. Decide presentarse como independiente a las Presidenciales, después de un trabajo en común con sus hijastros –dos mayores que Macron–. Igualmente, Brigitte deja las tareas docentes y junto a sus hijos organiza toda la campaña, que tiene como objetivo llegar al Elíseo. La futura primera dama está destinada a convertirse en gran personaje universal, a la altura de Michelle Obama o Jacqueline Kennedy. Alta comedia que nos viene de perlas a todos los europeos. Solo hace falta que de los escenarios pase a la realidad.