María José Navarro

Azufre

La Razón
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La semana pasada el Twitter oficial de la Guardia Civil publicaba la advertencia de que arrojar azufre en las calles para evitar que los perros orinen es ilegal y además es peligroso para la salud de las mascotas y las personas. Y por si faltaba algo, encima no es más que una creencia popular, o sea, que no es efectivo. Las consecuencias de la exposición tanto para los animales como para los seres humanos pueden incluir ulceración en la piel, conjuntivitis, inflamación de la mucosa nasal, falta de respiración, asma y traqueobronquitis. Se trata, por si faltaba algo pal duro, un sólido altamente inflamable y puede originar mezclas explosivas en contacto con el aire o con materiales oxidables. La Guardia Civil pedía, además, que se denuncie, porque es un producto que se usa para matar el pulgón de las plantas, con lo que queda claro que no es precisamente jarabe para la tos. Lo que se aconseja es hacer fotografías, acudir al Ayuntamiento, al Seprona, a Medio Ambiente o a cualquier asociación de defensa de los animales y denunciar la práctica. Bien, esta era la nota a la que enlazaba el tuit de la Benemérita y esos son los apuntes que acompañan a cualquier información que se busque al respecto. Le hice retuit al asunto a través de mi perfil y he de decir que ríanse Vds de la fractura social en Cataluña. Se echaron unos cuantos usuarios encima a los que les importaba un bledo que fuera perjudicial para humanos y perros porque lo fundamental es que su fachada estuviera impoluta. Su fachada. Y hasta apareció un señor que afirmaba que en todo Sabadell era imposible pasear sin toparse con cacas y que todos los edificios estaban meados. El todo Sabadell cagadito y meadito. Toda la ciudad, así, sin exagerar ni generalizar. Miren, yo adopté hace unos meses a un perrillo en una protectora. Jamás dejo sus deposiciones sin recoger, las haga en un parque, en una calle o en un montón de tierra. Procuro que no toque cemento en las paredes y le dirijo a los árboles. Y se que, aún así, soy sospechosa. Reciclo, pago mis impuestos, no tiro cosas a la calle, y no me quejo de los niños molestos en los restaurantes, ni en los aviones, y sobre todo y por encima de todo, no antepongo mi fachada a ningún ser vivo. Cuiden sus edificios con azufre, que también queda muy bonito.