Fútbol

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Baile de máscaras

La Razón
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El Atlético ha escalado posiciones en la clasificación europea de clubes. Sus éxitos deportivos están muy por encima de su poder adquisitivo. Hay en la mitología inglesa equipos que no resisten la comparación con el historial deportivo rojiblanco del último lustro y, sin embargo, tienen el dinero por castigo. Con la hucha, arrasan.

Hace diez años, con Alberto Ruiz Gallardón en la alcaldía, el Atlético calculaba que el cambio del Calderón a La Peineta le reportaría 70 millones de beneficio. Reventada la burbuja, la mudanza le cuesta 240: 170 por la compra del Wanda al Ayuntamiento, el arreglo de los accesos, etc., más los 70 que no ingresará. Puede permitírselo porque Simeone le ha rescatado de la miseria, pero no tanto como para echar un pulso con el Madrid, el Barça y los ricachones de Europa si hay que fichar o preservar la especie.

No pudo conservar a Torres, cuando despuntaba; tampoco a Falcao, Agüero y Diego Costa. Ahora Theo Hernández, espléndido lateral izquierdo que la temporada pasada era suplente en Tercera y se ha hecho mayor en el Alavés, ha escuchado algo más que cantos de sirena. Barça, Liverpool, City y Madrid han preguntado por él: ha dado el sí quiero al vecino. Fin del pacto de no agresión, fuera máscaras. El Real abonará los 24 millones de cláusula de rescisión y le pagará lo que el Atlético no puede permitirse con un chico de 19 años. Triplicará en neto el millón que cobra. Se irá y al Atleti le apetecería contraatacar con una oferta a Marcos Llorente. Ha indagado. Las posibilidades de arrebatárselo al Madrid son tan escasas como soñar con Isco en 2018 por 30 millones de prima de fichaje. El representante de Isco es su padre, taxista en Arroyo de la Miel. Para renovar, avisa a navegantes, no se conforma con menos de ocho millones netos por temporada. El Atlético no tripula en esa categoría. La realidad le debilita.