Ángela Vallvey

Ballenas

La Razón
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La seducción adolescente por la muerte es un clásico del desarrollo humano. «Las vírgenes suicidas» era una novela de Jeffrey Eugenides, llevada al cine por Sofia Coppola. El relato de una tragedia ocurrida en los años 70, la de las hermanas Lisbon, cinco bellezas adolescentes de clase media bien acomodada, que terminarían por suicidarse una tras otra sin que nadie pudiera entender qué las había conducido a la muerte, cuando aparentemente lo tenían todo. El caso de las Lisbon se ha reproducido luego –como lo hizo antes, y por desgracia lo hará en el futuro– en la realidad, incontables veces. La desdicha de dos amigas, apenas unas niñas, que se conjuraron para morir juntas, por ejemplo: ése es un suceso aterrador «real» ocurrido en una ciudad española hace poco... ¿Qué lleva a un adolescente a sentir fascinación por la idea de morir? El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 24 años. El suicidio juvenil es feminicida: tienta más a las mujeres que a los hombres, las niñas tienen más ideas suicidas que los chicos, piensan en el suicidio e intentan quitarse la vida el doble de veces que los varones de su misma edad. Y parece comprobado que, cuando los muchachos en riesgo tienen armas de fuego, medicamentos u otros medios que pueden poner fin a sus días, aumentan las posibilidades de que consumen su idea mortal. Lanzarse al vacío es un recurso que usan a menudo. Las relaciones personales, la presión social, el despertar sexual, los problemas de identidad, el aumento de exigencia académica, los cambios hormonales y elementos tóxicos como angustia, estrés, depresión, ansiedad... forman un cóctel de difícil asimilación para simples niños que quieren aprender a vivir. Para muchos, resulta demasiado y se pierden por el camino hacia la vida adulta. La adolescencia es un tránsito, una época de transformación violenta, cuya brutalidad física y espiritual a veces puede ser insoportable para los muchachos. La adolescencia supone, sobre todo, poner fin a la infancia, el único paraíso de la vida. En tribus que viven de forma primitiva, existen ritos de iniciación que facilitan ese paso. En los países desarrollados, tenemos al inventor del delito «ballenas azules», que hace apología del suicidio de niños y recibe cartas de amor en la cárcel, en Rusia. La fascinación por la violencia que sienten los adolescentes puede que proceda de su enorme miedo ante la vida.