César Lumbreras

Barnier y Juncker

La Razón
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Todo lo británico ha estado muy de actualidad esta semana por el viaje de los Reyes a Londres, en el que las consecuencias del Brexit han sido muy recurrentes. Lo mismo que lo de Cataluña, aunque por distintos motivos, entre ellos el lío interno de los independentistas o los cambios en el Gobierno de Puigdemont. Llegados a este punto, bueno sería que los catalanes más sensatos escuchasen con atención lo que ha dicho recientemente el negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, en el Consejo Económico y Social (CES). Lo primero, señaló, es negociar las condiciones del divorcio y cómo se reparte el coste de las obligaciones existentes. Solo cuando se haya cerrado ese capítulo, se pondrá, junto a su equipo, manos a la obra para pactar un acuerdo comercial o de asociación por el que se rijan las relaciones entre las dos partes. Pero, mientras eso se cierra, el Reino Unido tendrá la consideración de un país tercero normal y corriente y, por lo tanto, recibiría un peor trato que aquellas naciones, como Marruecos o Ucrania, por poner tan solo dos ejemplos, que disfruten de acuerdos comerciales y de relación privilegiada con la UE. La verdad es que el mensaje de Barnier fue claro y rotundo. Bien. Supongamos, que es mucho suponer, que Cataluña se independizase de España. Se encontraría también en una situación similar o peor que la de los británicos. O dicho de otro modo, durante un periodo transitorio, y mientras se negociase el nuevo marco de relaciones, los vinos y los coches producidos en Cataluña, por citar solo dos productos, tendrían peor trato que las mercancías procedentes de Ucrania y Marruecos. El presidente de la Comisión Europea, Juncker, lo ha dicho mucho más diplomáticamente: «Si Cataluña se independiza de España, eso tendrá consecuencias», porque, de entrada, saldría también de la UE. Sería bueno que un Barnier de Bruselas se lo explicase de forma tan clarita como lo ha hecho el francés con el Reino Unido a los que todavía creen en Cataluña que la independencia saldría gratis. Y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver.