Teatro

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Bufa

La Razón
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El otro día me contaba una amiga que tengo, (que es una humorista pero que no lo sabe) que una vez, estando en París, cuando aún las cosas en la cuenta corriente le salían en verde, se fue a la capital francesa a pegarse un homenaje. A tó meter y a todo trapo. Cena aquí y cena allá (con lo mal que se come en Francia, qué pena, qué malos vinos y qué quesos tan por debajo del Manchego) y de remate le propusieron un plan arrebatador: ir al Teatro de la Ópera de París a ver Don Giovanni. Ella se puso en plan tiros largos, como en un patrocinio de Norma Duval, y se plantó en un cochazo con los cristales tintados camino, por primera vez en su vida del Teatro de la Ópera de París. Todo transcurría bien hasta que se dio cuenta de que llevaba un trancazo como un castillo escocés. Y justamente en el aria «Don Ottavio, son morta» cuando la soprano tomaba aire y la orquesta bajaba el tono para dar más intensidad al momento de zozobra, mi amiga pegó un estornudo monumental. Pero de estos que notas el chorrazo de moco. Y en ese momento, todo el Teatro de la Ópera de París, se volvió hacia su asiento y emitió un ohhhhhhh que aún queda en el recuerdo indeleble de las páginas extrañas del bel canto. Yo interrumpí una ópera en París. Una medalla que tiene poca gente, y la poca gente que la tiene me toca de cerca. Y es que se ha puesto de moda ir a la ópera los domingos, amigos. Pero no ir a la ópera como iban a la ópera los de siempre, es decir, gente de postín, de bien, de buenas familias, no. Ahora se ha convertido en cultura pop. Y se ha puesto de moda ir a la ópera los fines de semana en vaqueros, chaleco, gafa gorda, la más gorda que se pueda encontrar en una óptica sin posibilidad de franquicia y, oh, amigos, en parka. Y a la salida, quedar en una vinoteca para hablar del Lucio Silla y sus vibrantes tres horas y media en una conversación mechada con los detalles del concierto de Paul Weller y sus esencias mod. Y todo esto en grupo y con gente de poco afeitar pero de mucho mirarse al espejo. Ay, qué buenos son los estornudos a tiempo.