Represión en Venezuela

Caca de Caracas

La Razón
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Las imágenes de los ensangrentados en la Asamblea Nacional de Venezuela no ha ablandado el corazón, si tal cosa existe, de los miembros y miembros de Podemos. Para ellos, tan malos son los unos como los otros. Los diputados opositores se equiparan así a las chicas que llevan minifalda y son agredidas sexualmente según el credo de algunos jueces machistas: algo habrán hecho para merecer que les den en la cabeza con palos y piedras a unos y para que les bajen las bragas a las otras, como hace un año en los sanfermines, y tal vez ayer mismo. Hay que tener ganas de provocar.

Los podemitas se crecen en el circo de los enanos internacional que no pasa de una condena de boquilla en lugar de tomar medidas drásticas contra Maduro que sigue con su baile del gorila, tan cínico que condena públicamente los ataques que él mismo aviva. Hasta que no haya un rechazo claro a lo que cualquier persona de bien considera el reino de un tirano Podemos no quedará libre de la sospecha de que el régimen bolivariano les da de comer como al pajarito que saca a Hugo Chávez del inframundo, tal que los bajos de la plaza de Teotihuacán. La equidistancia es el recurso de los cobardes para que no les salpique las heridas de allí y la mierda de aquí, la posible financiación bajo cuerda de la que no se quiere hablar en el Senado no vaya a ser que les salga un Bárcenas morado.

Llegados a este punto ya resulta inadmisible que un partido que se sienta en el Congreso de los Diputados de España regido por una Constitución siga moviéndose entre las cavernas donde yacen los cráneos de los muertos. En Venezuela los perros chavistas muerden a los cadáveres mientras en Madrid sus cachorros les limpian la sangre. No hay canción de Javier Krahe que pueda sustentar atrocidad tan mayúscula. Maduro es el malo de esta película que no tiene fin, convertida en serie que aumenta la violencia en cada episodio para mantener la atención del espectador, pero que Podemos convierte en Gru, mi villano favorito, un malo que hace el bien. Si los mártires de la contrarrevolución no merecen una sucinta plegaria, cómo pueden tejer discursos lacrimógenos sobre los otros desheredados del mundo. Podemos pinta una España negra de infame miseria regida por poderes en la sombra y una Venezuela color caribe en la que de tanta transparencia ya no existe, como el futuro de un anoréxico. Una cacofonía intelectual que es caca de Caracas.