Violencia ultra

Caín versión S.21

La Razón
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Ser árabe, musulmán no es igual a «cristianofóbico». El odio no conoce religiones ni fronteras ni le hace ascos al color de piel: cualquiera puede sentir odio por un semejante. Empero es harto difícil que un budista odie a un cristiano. Tampoco lo harán un presbiteriano, luterano o protestante pues todos ellos nutren su espiritualidad en el Cristianismo.

El Papa Francisco ha dicho que el mundo está en guerra pero que no de religión. Admiro mucho al Papa, pero como Alfonso Ussía discrepo: sí es una guerra de religión, al (¿todo o casi todo?) mundo árabe parece no gustarle Occidente, para muestra la cadena de ataques terroristas perpetrados en las últimas semanas que ningún musulmán de bien ha condenado públicamente –no ha habido manifestaciones condenando esas barbaries–.

La cruz de Cristo habla de amor, de uno con mayúsculas, al prójimo. Sentir compasión no está reñido con saber cuidar de uno mismo. Fray Job hace bien denunciando el ataque que ha sufrido. Los cristianos no debemos acobardarnos ni poner la otra mejilla dando a entender que no valoramos nuestra libertad ni nuestras creencias. Se empieza por un «botellazo» y se acaba en algo mucho más peligroso. Al odio hay que plantarle cara, pero jamás hay que alimentarlo ni facilitarle el camino entrando en su juego de miedo. El mundo está lleno de contrafóbicos que aprovecharán el terror que están sembrando los terroristas islámicos para ‘‘unirse’’ a su causa aunque sea simbólicamente, enarbolando el odio y amenazando al primer cristiano que pillen por la calle. El «Caín del siglo XXI» busca grupos fanáticos en los que ampararse para dar rienda suelta a su frustración y a su odio. ¿Qué mejor que un cristiano o un occidental para hacer catarsis? Las personas de bien de todas las religiones debemos condenar el odio y llamar a las cosas por su nombre. Tolerancia cero a la «cristianofobia» y al odio sea del tipo que sea.