Alfonso Ussía

Camas impulsoras

Conocí, y quise mucho a su entorno familiar, al escritor José Vicente Puente. Escribió con Agustín de Foxá una comedia, «Gente que pasa», que, como su título, pasó desapercibida. Fue una esperanza de buen escritor hasta su muerte, pero no alcanzó el prestigio. Se decía de él que era maledicente en exceso y poco oportuno en el arte de elogiar. Algunos versos nada edificantes y mal medidos de los supuestos sonetos de Foxá se atribuyen a Puente. Un enigma, por cuanto no existen pruebas manuscritas de esos poemas de Foxá. José Vicente Puente heredó, con sus hermanos, una fábrica de camas, y esa condición de fabricante de lechos inspiró a los epigramistas satíricos. El propio Foxá, que fue su amigo, le endilgó esta quintilla: «Es cursi, y se cree Osuna; escribe sin gracia alguna, destroza honores y fama, y es fabricante de camas, aunque carezca de cuna». A Juan Pérez Creus se le reconoce esta cuarteta asonante: «Hace camas y comedias pero con tan mala suerte, que en las camas te despiertas y en las comedias, te duermes». Al final, también llevó a mal fin el negocio familiar y las camas dejaron de fabricarse.

Hoy, José Vicente Puente, con un poco de vista se habría convertido en un millonario fabricante de camas. Sus clientes, los ambiciosos novios y novias de los dirigentes de Podemos. Camas impulsoras, camas proyectadas hacia la cumbre, camas cimeras. Resulta extraño que la novia de Errejón, que supuestamente comparte lecho con el distinguido becario de boquita piñoné, haya obtenido el número tres de la candidatura por Madrid. Es muy posible que lo haya merecido por otros motivos menos cercanos a la realidad del amor, pero en la política siempre se miran con lupa las circunstancias y los pormenores. Hoy, casualmente, nos enteramos de que el caso de Errejón y su novia o compañera de hecho o pareja sentimental, o militante en estado de adhesión pasional, no es el único. La dirigente de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, ha coseguido que su novio, o compañero de hecho, o pareja sentimental, o militante en estado de adhesión pasional, José María González, coloquialmente conocido como «Kichi», ocupe el primer puesto de la lista por Cádiz para las próximas elecciones municipales. Un estupendo poeta satírico que vive en el barrio de La Viña de la capital del ingenio me ha socorrido con un tarjetón en el que ha escrito: «En Podemos manda el chichi de la joven lideresa. Y prueba de ello es que “Kichi” es el novio de Teresa».

No me atrevo a compartir plenamente el contenido del epigrama, pero los antecedentes obligan a una reflexión de inocencia cachonda. Pablo Iglesias ha hecho todo lo que ha podido para llevar a Podemos a su novia Tania, que no ha estado inteligente. Le ha hecho mucho daño a Tania lo de los millones concedidos a su hermano, pero de haber dado el salto antes del morrón, hoy sería Tania Sánchez la número uno de Podemos en la candidatura a la Comunidad de Madrid. La causa de sus desdichas es que ha sido excesivamente diáfana en sus ambiciones, y ha terminado por invitar al Coletas a salir de su vida por el otro lado de la cama. Lo de Errejón y la novia no se puede explicar sin caer continuamente en la cuneta de la sospecha. Sucede que aquel que sospeche públicamente del nepotismo primaveral de Errejón puede ser objetivo de toda suerte de descalificaciones desagradables. Pero no hay que ser un mago para sacar ese conejo de la chistera. No se trata de una novedad histórica. Un enamorado siempre cree que su amor es la más lista, la más inteligente, la más preparada y la más adecuada para cualquier empeño. Pelillos a la mar de Málaga. Me suena peor la melodía de Teresa y «Kichi», «Kichi» con «k», porque «Quichi» con «q», que sería lo correcto, es de derechas. Que detrás del hombre vaya la mujer –siempre más inteligente que el macho–, es algo que no puede llamar la atención. Pero que en política sea la mujer la que tira del hobre, incluso en Islandia, despierta la suspicacia. Y está claro que «Kichi» encabeza la lista electoral de Cádiz porque Teresa, su amor, así lo ha decidido, sopesado y finalmente aprobado. No lo critico, que el amor es lo más maravilloso que puede sentir un ser humano, siempre que su futuro no sea el que estableció en su definición el gran Pittigrilli: «El amor es un beso, dos besos, tres besos, cuatro besos, tres besos, dos besos, un beso»...

Se decía de un desbocado millonario que ofreció un contrato de trabajo espectacular a una joven de la que se enamoró como un cadete de Infantería y que pasaba absolutamente de él. Al fin ella, estudiada la oferta, admitió que le ilusionaba su futuro profesional. –De acuerdo, pero lo tenemos que firmar ante notario–, exigió con dulzura. –Por supuesto, pero antes de llevar el contrato al notario, lo tendremos que discutir en la cama–, recomendó el millonario. Y piano, piano, como la bellota de la coscojilla, se alcanzó el acuerdo definitivo. Un acuerdo inteligente, por cuanto al día de hoy mantiene su vigencia.

En fin, que el amor y la cama mandan. Y se comprenden las cosas. Lo que no se entiende es que Rajoy siga apoyando a Montoro, y Celia Villalobos manteniendo el puesto de trabajo de Arriola, su «Kichi» particular.