Enrique López

Caminando hacia el abismo

La Razón
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En España, además de estar pendientes de nuestros problemas nacionales, se debería prestar mucha atención a lo que está ocurriendo en Europa y en el mundo en general, porque se están produciendo hechos que deben preocuparnos y mucho. Lo primero a lo que nos enfrentamos es a una Europa cada vez más dividida, lo cual siempre ha sido una mala noticia y antesala de conflictos de todo orden. La Unión Europea, en su primera versión como CEE, nace con el anhelo de acabar con los frecuentes y cruentos conflictos entre vecinos que han culminado en la Segunda Guerra Mundial y para ello se crea, en primer lugar, una unión económica que ha devenido en la actual unión política. Pero el Brexit ha puesto patas arriba a la Unión hasta el punto que desde su seno se plantea como una alternativa un cierto grado de reversión en esta unión política. El Gobierno alemán, ante las amenazas que llegan desde el Reino Unido, está estudiando declarar ese país «jurisdicción de baja tributación», si se consuma el anuncio de reducir el impuesto de sociedades hasta el 10% o el 15%. Esto obligaría no solo a Alemania, sino también a España, a establecer impuestos añadidos a los inversores nacionales con acciones de empresas británicas por los beneficios que generen esas compañías, al considerar legalmente que en el país de destino de la inversión no tributan adecuadamente. En definitiva, sería convertir a Gran Bretaña en un gran paraíso fiscal, que tendría consecuencias no solo tributarias y económicas, sino políticas y de otro orden, generando la base de una gran desestabilización europea que puede verse superada si determinas fuerzas políticas antieuropeístas ganan las elecciones en Francia, Holanda, etc. La Unión Europea es sobre todo una unión de derechos y para los derechos y esto que parece conseguido y consolidado puede dinamitarse en cualquier momento si no se toman las medidas de prevención adecuadas. Éstas pasan, en primer lugar, por despertar a la adormecida sociedad europea de su letárgica tranquilidad e irresponsable comodidad, advirtiendo a la población de estos riesgos que, de producirse, las cuitas naciones serían convertidas en meras anécdotas. El magnate e inversor estadounidense George Soros ha declarado en una conferencia en el Banco Mundial que está preocupado por la posibilidad de la Tercera Guerra Mundial y hasta indicó cuáles serían los causantes de la misma. «Si hay un conflicto entre China y un aliado militar de EE UU, como Japón, no sería una exageración decir que estaremos al borde de la Tercera Guerra Mundial». Esto no son más que meros apuntes que deben hacernos reflexionar de que la paz no se posee, se gana día a día, y se debe luchar por ella. En Europa nos consideramos inmunes a involuciones, y precisamente la quiebra de Europa ha causado las dos últimas grandes guerras. Tan solo hace tres años, nadie podría imaginarse un enfrentamiento económico como el que adelanta Alemania y esto no ha hecho más que empezar. La mejor forma de superar los problemas que nos acechan es aceptar lo que está ocurriendo, negar la evidencia nos llevará al precipicio.