Ely del Valle

Caminos divergentes

La Razón
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No por intenso ha dejado de ser previsible. En el debate todos han estado en su papel y ninguno se ha salido un pelo del guión previsto: él, atacando bajo la premisa de que la calle es suya; ella, al contraataque, esgrimiendo que la experiencia, cuando se trata de ganar, sí es un grado y justificando la cesión a los malos resultados de él; y el tercero, intentando hacerse un hueco para no quedar ninguneado. El 15M del PSOE sólo ha servido para evidenciar que lo que está en juego no es el liderato de uno u otra, sino los propios cimientos de un partido claramente partido al que le va a hacer falta mucho bodoque para levantar cabeza y sobrevivir. Los tres tienen como objetivo devolverle al PSOE el lustre que tuvo en otros tiempos, conseguir que vuelva a ser la primera fuerza y darle un rumbo que, a la hora de la verdad, tampoco ha quedado muy claro más allá de que Susana pretende hacerlo ganando en las urnas, Pedro, al asalto y Patxi, arrimándose al sol que más caliente. En lo único que han coincidido es en que, independientemente de quién gane, se comprometen a darse la mano, algo a todas luces imposible porque ni Pedro va a trabajar a pachas con Susana, ni Susana va a volver a confiar en Pedro. Sólo queda encomendarse a la suerte de que los militantes tengan la sapiencia de elegir uno que los votantes también estén dispuestos a transitar y no desemboque en un precipicio.