Policía

Campo de Gibraltar: estado fallido

La Razón
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Una pareja que quería echar la tarde en la campogibraltareña playa de Levante terminó protagonizando, de forma involuntaria, una escena de thriller. A plena luz del día y sin que, por supuesto, ninguna autoridad se diese por enterada, presenciaron con pasmo una especie de invasión anfibia de una cala: media docena de vehículos crossover de alta gama recibiendo un cargamento desde varios fuerabordas. Acojonados, los novios hicieron mutis lo más discretamente que pudieron, pero no pudieron evitar ser seguidos de forma impúdica por dos sicarios que les recomendaron refugiarse en un bar y olvidarse del suceso: «No vayan a casa para que no sepamos dónde viven», les voseó uno de ellos con inequívocos acento y buena educación hispanoamericanos: la cocaína de Colombia y México, con su plus de violencia desaforada, llega a Europa por las tradicionales rutas del hachís moro. «En nuestro barrio no hay atracos porque los capos del menudeo no quieren que su clientela tenga problemas», resumen todavía con el susto en el cuerpo. Los vecinos de La Línea de la Concepción se acostumbraron hace demasiado a ignorar las evidencias de que habitan una suerte de país fallido, donde los gangs operan y ajustan cuentas a la vista de todos. Se comercia con fardos sospechosos igual que en otras partes se reparten pizzas y a nadie le extraña que los contrabandistas atropellen a los policías que les dan el alto, como ocurrió la semana pasada con trágica e irreversible consecuencia. Es probable que este homicidio quede impune porque el crimen tiene, en ciertos rincones del planeta, tentáculos más largos que el Estado de Derecho. No es Sicilia ni Antioquia, es Andalucía, sobre la que se ha desencadenado la misma tormenta perfecta: rayos de ignorancia y truenos de precariedad. Estamos calados.