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Carrer Comandant Benítez

La Razón
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El domingo 9 de diciembre de 1928 se inauguraba en Barcelona la calle dedicada al comandante Benítez en el barrio de Sants, formando parte del programa organizado para solemnizar la fiesta de la Purísima, patrona de España. Según los periódicos de la época, se levantaron un altar y una tribuna, que fueron adornadas con plantas y flores. En la tribuna se situaron el capitán general Barrera; el gobernador civil, General Milans del Bosch; el alcalde, barón de Viver; el vicepresidente de la Diputación, el conde de Fígols; los generales Suso, de los somatenes; Pardo, de la guardia civil, y Gutiérrez, de caballería; los coroneles de infantería Laucerica, Melero, Romerales, Franco y Roca, y otros jefes de los cuerpos de la guarnición.

Varias compañías de Infantería se situaron a lo largo de la calle y un capellán castrense dijo una misa, y que según «La Vanguardia» del 11 de diciembre de 1928: «Fue escuchada con religioso respeto y, terminada ésta, el alcalde descubrió la lápida que da a la citada calle el nombre del comandante Benítez, héroe de Igueriben. El coronel don Manuel Romerales, en nombre del Ejército, pronunció un patriótico discurso, dando a conocer el glorioso comportamiento del comandante Benítez en la acción de Igueriben. Seguidamente, el alcalde tuvo frases encomiásticas, no sólo para el héroe, cuya memoria se perpetúa en aquella lápida, sino para el Ejército todo. Al terminar su discurso, diéronse vivas a España y al Rey, que fueron contestados con entusiasmo».

El comandante Julio Benítez, malagueño de nacimiento, murió heróicamente en las alambradas de la posición de Igueriben el 21 de julio de 1921, junto a 354 españoles del Regimiento de Infantería «Ceriñola 42» masacrados por las cabilas rifeñas, bajo el mando de Abd el-Krim, después de negarse a la rendición pese a la orden que había recibido del general Silvestre. Las aventuras del comandante Benítez fueron contadas por el teniente Luis Casado Escudero, uno de los pocos supervivientes de Igueriben, que cayó herido en la evacuación de la posición y fue capturado por los rifeños; años más tarde, y en plena Guerra Civil, los sublevados lo ejecutaron tras un juicio sumarísimo que lo condenó por «actividades antipatrióticas y antimilitares». Traiciones, patriotismos, camaraderías, cobardías, heroicidades; de todo se dio durante los humillantes días del llamado «desastre de Annual». Ochenta y siete años después de tan patriótica inauguración, los dirigentes de la CUP se han reunido en el casal popular «Joan Oliver», ubicado en el carrer Comandant Benítez número 6, para dar un sonoro portazo a la candidatura del president Mas.

Hoy, Barcelona, y Cataluña entera, vive una repugnante cruzada antiespañola, capitaneada por gentes que han vivido siempre del erario público; y ha querido la casualidad que Artur Mas, el personaje que ha protagonizado el mayor desafío a la unidad de España, haya sido derrotado en una asamblea de la CUP ubicada en la calle del insigne militar Benítez. Que la CUP haya dicho no a Mas era algo absolutamente previsible para quien conoce las entrañas del movimiento subversivo catalán, puesto que su única intención es destruir a nuestra nación y el president ya no era una pieza útil para proseguir en su desafío destructivo. Ahora se preparan para un gran frente de izquierdas, que englobe a los podemitas separatistas de Colau, la ERC del orondo Junqueras y unas CUP que apostaran por la revolución. Dentro de poco veremos desaparecer de Barcelona la placa de la calle de Sants que honra la memoria del comandante Benítez, y quién sabe si será sustituida por la del «President Mas».