Iñaki Zaragüeta

Catalanes, reflexionad

La Razón
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Me desquicia. Una cualidad, lo reconozco, que me complicaría en exceso mantener un intercambio público de pareceres. Me refiero al «dueño absoluto de la verdad», al «profeta del bien y del mal». No es otro que Pablo Iglesias, caracterizado por un discurso fundamentado esencialmente en la demagogia y la mentira. Me recuerda a aquellos líderes de la Facultad, de aquella izquierda
–PCE, LCR, PTE...– cuyo discurso lleno de tópicos «justicia social», «clase trabajadora», lograba manejar las asambleas a su antojo.

Son sensaciones que se abalanzaron sobre mí al enchufar la televisión ¡a qué se me ocurriría! y encontrarme con Iglesias responsabilizando al PP de todos los males pasados, presentes y futuros, erigiéndose en el salvapatrias para instaurar una democracia real, ungiendo y anatematizando a personas concretas ¡ojo Ana Pastor y García-Margallo, que os inviste de legitimidad para dialogar con él! (yo me lo haría mirar) y marcando su camino para solventar la complicada situación actual de Cataluña.

Consternado más bien, imaginaba el escenario si «los catalanes fueran gobernados por Podemos y sus satélites durante seis meses. Se iban a enterar de la democracia que imperaba, del referéndum que iban a protagonizar y del gran nivel y calidad de vida que iban a alcanzar». La democracia, los referendos y la calidad y nivel de vida que reinan en Venezuela, Cuba o Corea del Norte.. El que tendrían, en cualquier caso, si la CUP, las formas de Podemos y En Comú y ERC llegaran a triunfar en solitario. Un poco de reflexión. Así es la vida.