Paco Reyero

Celebrando la victoria

La Razón
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Griñán se ha sobrevivido a sí mismo y a su partido. Esta segunda hazaña tiene todavía más mérito, aunque soportarse en algunos casos ya supone una prueba ascética. Aquella noche sus comilitones, tan cariñosos, le habían preparado una celebración de la derrota del 25M-2012, por todo lo alto. Las fiestas de las derrotas, si las pagan los queridos compañeros, provocan gran entusiasmo, a lo Montoyas y Tarantos. Pero él ganó con un golpe de astucia. Desde entonces no está previsto que un ego de su talla sobrevuele el Guadalquivir en las próximas décadas, incluso si Andalucía va camino del arroyo. Madame du Barry se dirigía a Luis XV diciéndole «Francia»; qué menos que a Griñán nos dirijamos llamándole «Andalucía». Bajo esta concepción totalizante, debe entenderse su comparecencia ante la Prensa de ayer: no hay nada por lo que perder la calma ni la vergüenza, incluso cuando la administración del PSOE ha ideado y sostenido un sistema de reparto mil millonario fuera de la equidad y la justicia. La Junta, un inciso prosaico ante tal elevación griñanista, no sabe cuánto dinero de lo defraudado ha recuperado. Así, Griñán ha celebrado la efeméride haciendo guardia delante de la Cueva del Gato y con tanta pedrea en los «erefalsos» como en la lotería de navidad. Y sólo le ha faltado salir silbando y a hombros. Ante esta cuerda de presos, que va maltricotando Alaya, el presidente regional podría contestar como Tierno Galván cuando le preguntaron si no sufría cuando tenía que hacer el «viacrucis» para buscar fuentes de financiación del Ayuntamiento. «Oh, no. Tenemos concejales para eso. Tenemos concejales para el martirio». Decimos maltricotando presos porque unos salieron de la cárcel en verano y han vuelto en primavera y no sabemos si los de esta temporada de primavera saldrán en verano. ¿Qué podría inquietar a Griñán?, ¿su imputación?, ¿acaso un hombre de su discernimiento no está subido ya en un tiovivo de sonrojos? ¿podría tener la tentación de dimitir y reconocer el daño provocado por su partido a la legalidad y a los andaluces? Pero, ¡qué insensatez!, ¡un ataque de honradez! Él cree, o eso dice, que este asunto de los reptiles es una conspiración de la derecha y la Prensa e incluso, de la Prensa de derechas. No le parece, según sus palabras, que él esté sentado sobre un bidón de gasolina. Vive en un adosado, es abuelo y mira, cuando contesta a los periodistas, a un punto por determinar del horizonte, como si la pregunta se la hubiera hecho el eco. Está siempre dispuesto a dar una lección; aunque dicen de él que es un hombre que lee solapas, da la nota hablando de caballos, de música clásica o de Tolstoi. Como se ha rodeado de burricie y mala baba, parece un lirio entre cardos. Así que pasen treinta años. ¿Los eres?, ¿qué eres?