El desafío independentista

Ciberactivistas

La Razón
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Dice el ciberactivista, productor –recuerden el Help Catalonia– y editor Oriol Soler, miembro destacado del estado mayor del procés, que su visita en Londres a Julian Assange junto a Andreu Grinyó, experto en campañas de comunicación en red, no tenía nada que ver con el independentismo, sino con un nuevo proyecto editorial online. ¡Que bueno!

Dice que las cuatro horas que pasaron con el activista refugiado en la embajada de Ecuador en el Reino Unido fueron únicamente para impulsar su revista «Atlas of the Future». Lo que no contó es que esa revista fue lanzada el 1 de enero del año 2016; y que casi dos años después esta consulta queda bastante fuera de tiempo y de lugar.

Pero como Soler se ha sentido obligado –tras las fotografías de su visita– a dar explicaciones, no tuvo más remedio que reconocer «las cosas en común que el activista australiano tiene con algunos de los responsables de la crisis en Catalunya. Nosotros –añade Soler–, como Assange, hemos sufrido prisión, exilio, espionaje, censura, injusticia, fake news, bloqueo financiero...». Vamos, que es lógico que, con tantas coincidencias, las cuatro horas en la embajada se les pasaran volando.

Pero, entre tantas cosas dichas por Soler, se le olvidó comentar el apoyo que el australiano había dado en las redes al proceso soberanista. Sí negó –y en la negación estaba el reconocimiento– que la visita tuviera como objetivo movilizar las redes sociales de cara a las elecciones del 21 de diciembre. Pero eso lo vamos a comprobar muy pronto.

También dice verdad en otra cosa. Cuando explicó cómo el CNI se había equivocado al filtrar al diario «El País» el encuentro, añadió que su viaje profesional a Londres había sido «un viaje lleno de reuniones durante dos días». Así supimos implícitamente –como hoy señala este periódico– que ¡tanta reunión! dos días antes estaba en Bruselas con Puigdemont.

Y una última perla de Soler. Se permitió la humorada de comentar que en la visita obsequiaron al activista «con los mejores embutidos» y un vino «australiano-catalán». Pues algo más debió costarles la visita. De todos es conocido que Assange no es un asesor barato. Dicen que sólo se mueve por mucho dinero. Pero ese capítulo de la pasta –subvenciones, enjuagues, comisiones y demás– creo que lo iremos conociendo poco a poco, en la medida en que Montoro vaya fiscalizando las cuentas como debe.