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La Razón
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Al término del partido entre el Barça y el Atlético, ya en el vestuario, con el pulso normal y el calentón abandonado sobre el cuidado césped del Camp Nou, Filipe Luis colgó en instagram una foto de su pie izquierdo, que en el empeine presentaba un agujero sanguinolento, consecuencia del plantillazo de Luis Suárez. En esas circunstancias, sin más datos, sobraban la imagen y la queja, atendiendo a ese código no escrito que en el fútbol recomienda que las cosas que suceden en el campo se quedan ahí. Ricardo Gallego, Schuster y Pantic, en «El Transistor» de Onda Cero con De la Morena, reprocharon al lateral la denuncia gráfica. También Suárez, que pensaba que si todos los futbolistas reaccionaran como el brasileño este deporte terminaría convirtiéndose «en un circo». Horas después, la instantánea de Filipe adquiría sentido más allá de códigos, milongas y zarandajas. «Te has tirado, payaso», espetó el uruguayo al zaguero tras marcarle los tacos. Hubiese merecido otra foto del ojo a la funerala que dejó a Godín al propinarle un codazo en el anterior partido de estos dos equipos en Barcelona.

A Luis Suárez, portentoso delantero, racial y también sucio –abundan las pruebas para aplicarle el calificativo de marranete–, le gustaría que las fechorías caducaran sobre el terreno de juego, pero si a la reincidencia en faltas físicas añade la ofensa y la desconsideración al adversario, comprenderá que la víctima airee sus fechorías. Así que, menos códigos y más deportividad, caperucita.