Irene Villa

¿Cómo encajarlo?

La Razón
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Todo accidente de avión es motivo de noticia a nivel mundial, por lo seguro que es ese medio de transporte, pero si además sus ocupantes son los miembros de un equipo del deporte rey, se convierte en un hecho aún más noticiable, que se extiende a gran velocidad con la capacidad de consternarnos doblemente. Pero si además ese equipo, humilde y modesto, se subió a ese avión con el entusiasmo, la alegría, la inmensa fe, la gran fuerza y la enorme motivación de un equipo que estaba apunto de hacer historia en su continente al estar tan cerca de conseguir la Copa Sudamericana, la noticia se convierte en una tragedia mundial que encoge el corazón al todo el planeta. Pensamos como siempre en sus familias, especialmente en esos hijos que, como todos, miran a sus padres como verdaderos ídolos, pero es que éstos, además, iban a volver convertidos en héroes nacionales. Al dolor de la pérdida, se suma el dolor de un sueño truncado que, por el trabajo de tantos medios de comunicación que se han hecho eco de la tragedia, hemos podido compartir todos e incluso hacer nuestro. Y es que ayer, el equipo brasileño Chapecoense, tras mucho batallar demostrando una entrega increíble y valores potentes que tiraron por tierra todos los pronósticos, tenían que haber jugado el partido de ida en el campo de su rival, el club Atlético Nacional de Colombia, para optar a su primer título, nada menos que la Copa Sudamericana. El vídeo con el que la cuenta de Twitter del equipo Chapecoense despide a los jugadores, a su equipo técnico y a los periodistas fallecidos es de felicidad y celebración, dejándonos un mensaje también al resto del mundo: hay que celebrar la vida siempre con ese entusiasmo. Nunca sabemos cuál será nuestro último día y lo que sí sabemos es que los que nos quedamos somos afortunados, estemos como estemos y nos pase lo que nos pase. Tenemos la obligación moral de seguir luchando, por los que ya no están y por los que quedaron.