Julián Redondo

Cómo está el patio

Que ruede el balón y que la esencia balompédica, con los jugadores, el balón, el público, el equipo arbitral y la lógica competencia, se asome a la cordura y termine rebozado en ella. Que el debate sano y deportivo se abra paso entre ese marasmo de opiniones sectarias y los pitos a los himnos, deplorables sea cual sea la bandera que ondee. El fútbol necesita embeberse en el deporte y huir de los vericuetos que innecesarios laberintos lo embadurnan de intereses ruines y bastardos.

¿Será verdad que lo más noble del fútbol es la pelota? Ni tanto, ni tan calvo. Cuesta entender, sin embargo, que Villar plante al ministro, al secretario de Estado y a la directora general del ramo, y al fútbol profesional sólo una hora después de haber confirmado su asistencia a una reunión casi crucial para sus intereses, donde se iba a debatir el reparto de los derechos televisivos, si es que a quien corresponda pare de una puñetera vez el Real Decreto que los regule, que ya va siendo hora. Los desplantes de Villar producen hartazgo entre quienes se supone que son sus colegas y mucho más entre quienes ya se han declarado abiertos enemigos. Ha agotado la paciencia de Tebas, a quien en su ausencia llamó «gilipollas» en una reunión de la Federación, y éste le va a denunciar, tal cual, por el enésimo desprecio. Está pensando en ponerle una demanda civil después del plantón de Barcelona y, o mucho cambian las cosas, que no van a cambiar, o en la semana que entra el presidente de la Real Federación Española de Fútbol recibirá la correspondiente denuncia del presidente de la Liga de Fútbol Profesional. Así está el patio futbolístico, peor que el de Monipodio, y menos mal que España ganó a Ucrania.