Carmen Enríquez

Como si fuerámos suecos

La Razón
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Tres años después de aquel día en el que el Rey Juan Carlos anunció su abdicación a la Corona a favor de su hijo y con la perspectiva del paso del tiempo, no se puede decir más que fue una decisión totalmente acertada que sacó a la institución del pozo en el que se hallaba entonces y dio paso a la renovación imprescindible de la Monarquía y su continuidad de cara al futuro.

Desde un punto de vista formal fue una operación política perfecta, diseñada con el tiempo necesario para eludir la improvisación y en cuya preparación se contemplaron todos los detalles para evitar posibles fallos y que no se fuera a pique. El equipo que diseñó la estrategia escalonada para aquel sorprendente 2 de Junio -cinco personas tan solo del aparato administrativo de la Casa del Rey- pusieron en marcha la cadena de hechos que comenzó a primera hora de la mañana con el anuncio del Palacio de la Moncloa de una comparecencia de Mariano Rajoy sin especificar su contenido. A las diez y media de la mañana estalló la bomba informativa: el Presidente del Gobierno informaba que don Juan Carlos acababa de comunicarle «la voluntad de renunciar al trono y abrir el proceso sucesorio». La sorpresa para la mayoría de los ciudadanos fue enorme y para los periodistas se abrió una jornada enloquecida en la que no sólo tuvimos que ir contando las noticias que nos iban llegando, esperar al discurso de don Juan Carlos y analizar desde la primera frase hasta la última, contactar con el gabinete de Comunicación del Palacio de la Zarzuela para intentar adelantarnos al resto de los medios, sino también atender las decenas de llamadas de periodistas de todo el mundo que demandaban que les explicáramos qué estaba pasando. Apasionante desde el punto de vista profesional como periodistas y estresante desde una perspectiva personal, así fue aquella larguísima jornada en la que también intuíamos que aquello no acababa más que empezar y que había que hacer acopio de fuerzas para el periodo de tiempo que quedaba por delante hasta que se completaran todos los trámites que desembocarían en la proclamación del todavía Principe de Asturias como nuevo Jefe del Estado.

Con el paso de los días, trascendió poco a poco cuando y como se empezaron a dar los primeros pasos para llevar a cabo el relevo del titular de la Corona española, el montaje similar al de una película de espías para que nada trascendiera al exterior antes de tiempo, las consultas que se llevaron a cabo a través de la Vicepresidenta Saenz de Santa Maria para dar cobertura legal a la abdicación, así como los preparativos por parte de la Secretaría del Principe Felipe de cuáles iban a ser las primeras medidas a tomar como nuevo Rey.

Después fue el momento de superar el trámite parlamentario de aprobación de la ley de abdicación con el mayor consenso posible, algo que se consiguió gracias a los votos del Partido Popular y al compromiso del Partido Socialista, especialmente a su líder Alfredo Pérez Rubalcaba que tuvo que posponer sus planes de dimitir como Secretario General del PSOE para conseguir que su grupo parlamentario mantuviera el pacto constitucional y votara a favor de la ley que permitiría la abdicación del Rey Juan Carlos. Y la protesta en la calle, que empezó con fuerza tras el anuncio del relevo del anterior monarca, encabezada por Izquierda Unida y los representantes del recién nacido Podemos, se desinfló bastante ante la respuesta mayoritaria de la ciudadanía y gracias también a la postura responsable de los medios de comunicación.

El proceso se completó de manera impecable. Alguien comentó a posteriori que todo salió como si hubiéramos sido suecos. El día 19, Felipe VI era proclamado nuevo Rey de España, manifestaba su voluntad de trabajar para conseguir una Monarquía renovada para un tiempo nuevo. La sensatez ganó la partida.