Historia

Alfonso Ussía

Comprensión

La Razón
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En ocasiones resulta muy complicado mantener la entereza ante lo inesperado. Recordaré durante toda mi vida la tarde del 18 de marzo del año 2012. Acudía a un acto cultural en una importante localidad madrileña, cuando en la radio, no recuerdo qué cadena, una voz femenina, a duras penas, anunció a la audiencia una conexión inmediata con el archipiélago de Tonga, donde el Primer Ministro tongueño, Lord Tuivakano, se disponía a leer un comunicado al mundo. Detuve el coche. La voz de Lord Tuivakano, inconfundible en sus matices, se oyó entrecortada. «Como Primer Ministro de Tonga, me veo en el triste deber de anunciar a la humanidad el fallecimiento de nuestro amado Rey, Su Majestad don Siaosi Tupou V, acaecido repentinamente». A pesar de la inesperada noticia, y haciendo de tripas corazón, pude intervenir en el acto cultural sin que nadie, absolutamente nadie, intuyera o notara en mi voz síntoma alguno de congoja. Todo, menos dejar paso a la íntima y profunda tristeza en un acto cultural.

Conseguí, con la ayuda del tiempo que todo lo sana y cura, superar aquel luctuoso contratiempo. Coincidí con Don Siaosi en las «Burlington Arcade» de Londres. Yo iba en pos de corbatas de lunares y don Siaosi Tupou, todavía Príncipe Heredero del Rey Don Siaosi Tupou IV, intentaba acceder a una joyería. Imposible empeño. La puerta de la joyería no permitía el paso de don Siaosi, que pesaba aproximadamente 200 kilogramos. Estaba consternado, y al pasar junto a él, le dije: «I’m sorry», lo cual me agradeció con una sonrisa melancólica de imposible olvido. Era un hombre sencillo, que se hacía querer.

Y así hasta hoy. Hoy he vuelto a padecer el latigazo de la pena. Leía uno de los cuatro periódicos que cada mañana ocupan mi atención, cuando un titular me ha electrizado el yeyuno. «Luis y Tessy de Luxemburgo anuncian su divorcio».

Tan sólo han aguantado once años de convivencia, por cuanto su boda se celebró en septiembre de 2006. He intentado averiguar las causas de tan dolorosa separación, pero en el comunicado oficial no se especifican detalles al respecto. Dice así: «Sus Altezas Reales el Gran Duque y la Gran Duquesa de Luxemburgo anuncian con tristeza que el Príncipe Luis y la Princesa Tessy han decidido divorciarse. En estas circunstancias, piden la comprensión de todos para que respeten la privacidad de la pareja y sus hijos».

Tengo a bien dirigirme, con mi mayor respeto, a los Grandes Duques de Luxemburgo, y creo hacerlo en nombre de todos cuantos trabajamos o colaboramos en La Razón, para hacerles llegar nuestra promesa de comprensión y respeto por la privacidad del Príncipe Luis, la princesa Tessy y sus hijos, que en este momento ignoro cuántos son porque perdí la cuenta hace unos años. La Princesa Tessy, nacida Tessy Antony, es una joven de acrisoladas virtudes y un carácter abierto y jovial. Tuve la fortuna de conocerla personalmente en las «Burlington Arcade» de Londres. Yo iba en busca de corbatas escocesas, y ella entró en la joyería a la que no pudo acceder el Príncipe don Siaosi. Habían ensanchado las puertas, y la Princesa Tessy ingresó en el recinto joyero con segura elegancia. Su esposo, el Príncipe Luis aguardaba en el exterior, desde donde vio el pedrusco que adquiría. Me miró con una sonrisa melancólica y me dijo, en correcto pero mal pronunciado español: «Ésta nos va a ajjuinaj a todos».

En fin, que hay días que es mejor no leer para evitarse los disgustos. Pero hay que mantener la entereza y mirar hacia el futuro con esperanza y firmeza.