Alfonso Ussía

Comprensión lectora

La Razón
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Aunque propine cabezazos a los periodistas que se interesan por su opinión acerca de los venezolanos asesinados en la calle por órdenes de Maduro; aunque oculte sus ganancias de 400.000 euros provenientes de Irán y de Venezuela; aunque tenga por fundamental obsesión contribuir a la desaparición de España, creo que es una buena persona. Sólo un hombre con sensibilidad cimera puede escribir una elegía como la que dedicó a Chávez cuando aún su cadáver estaba caliente. Esa metáfora, esa figuración de las lágrimas del Orinoco, me dejaron patidifuso. Y he leído mucha Poesía durante mi vida. Pero con anterioridad a la composición suprema del poeta Monedero, nadie se había acercado con tanto acierto en su aproximación a la belleza que rima con la tristeza. Lágrimas de Orinoco. Memorable hallazgo.

La comprensión lectora se adquiere con la lectura. Por ejemplo, la síntesis de la gratitud de Pedro Sánchez en su alocución a los militantes que le habían votado y a sus colaboradores, puede parecer retorcida en una primera lectura, pero en la segunda, se abre a la comprensión. Un párrafo que demuestra el enorme bagaje literario que porta Sánchez en sus alforjas y un respeto por la igualdad de género que le abre las puertas de la Real Academia Española: «A todos los compañeros y compañeras, a todos los afiliados y afiliadas, y a los miles de afiliados y afiliadas que habéis apoyado la candidatura de los afiliados y las afiliadas». También hay generoso y abierto agradecimiento en sus palabras. Los afiliados y afiliadas no se pueden quejar de ser protagonistas del olvido. De tal guisa, que de llegar en un futuro Zaida Cantera a la responsabilidad máxima del ministerio de Defensa, en su primera alocución ante una unidad formada podrá alentar a los soldados de la siguiente guisa. «A todos los soldados y soldadas, a todos los militares y militaras, y a los miles de militares y militaras que habéis apoyado mi nombramiento como jefa de los militares y militaras». Incluso en los soldados y soldadas carentes de comprensión lectora o de prédica, esas palabras garantizan la emulsión emocional, la resolana patriótica en la piel de la Milicia.

Pero hay mensajes que no se entienden bien del todo, por mucha comprensión lectora que tengan aquellos que los leen. Después del brutal atentado de Manchester, y reconocida su autoría por el Estado Islámico, han proliferado en las redes sociales sintéticas oraciones de dolor redactadas por muchos mandatarios del mundo y dirigentes de diferentes partidos políticos. Hasta Pablo Manuel Iglesias ha lamentado la muerte de 22 inocentes en un concierto para niños. Se la ha jugado, porque uno de los Estados que apoya al terrorismo islámico es Irán, que a su vez, financia a Podemos y «La Tuerka». Emociones aparte, me ha impactado la firme y contundente reacción del Parlamento Europeo para condenar la masacre terrorista. Un minuto de silencio. Ya podemos creer en Europa.

Sucede que abundan las contradicciones mensajeras. Hace poco más de seis años, el día 6 de febrero de 2011, el magnífico poeta de Podemos anteriormente elogiado, Juan Carlos Monedero, escribió y difundió en Twitter un texto intranquilizador que no concuerda con el dolor que hoy expresan algunos de sus compañeros de partido. Un texto que nubla mi comprensión lectora, porque lo entendí a la perfección cuando lo escribió y leí, y después de lo de Manchester, Londres, París, Bruselas y Berlín –todo ello posterior a 2011–, no termino de asimilarlo: «Que la lucha del pueblo árabe crezca en todo el continente y como la pólvora, salte a Europa y los Estados Unidos».

Sinceramente, prefiero no entender el significado de su mensaje. Me quedo con los afiliados y las afiliadas que han colaborado con los afiliados y las afiliadas. Eso, al menos, tiene un diagnóstico cristalino: Es una gilipollez.