Alfonso Ussía

Con mucho respeto

La Razón
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Desolado con las imágenes de Galicia y Asturias. La densidad del humo ha cubierto los cielos de Cantabria. El Presidente del Gobierno ha visitado su tierra y manifestado que ha ordenado a la Guardia Civil y a la Policía que detengan a los forajidos exterminadores de riqueza. Cuatro muertos. No es necesaria la orden. Guardias civiles y policías harán lo imposible por capturar a esos salvajes pirómanos. Pero advierto en algunos políticos de la izquierda estalinista un deseo de recuperar la bochornosa campaña del «Nunca Mais» que tanto esquinó la realidad después del accidente del «Prestige». Aznar no era el capitán del «Prestige», ni Álvarez-Cascos el jefe de máquinas del «Prestige», ni el Partido Popular el armador del «Prestige». Aquel vertido brutal de crudo alcanzó las costas de Galicia, de Asturias, de Cantabria y algo llegó hasta las playas del País Vasco. Pero los culpables fueron el armador y el capitán del petrolero, que al cabo de los años, ya extinguida la furia, se fueron casi de rositas. ¿Quién habrá incendiado Galicia y Asturias? ¿Quién Portugal, con casi cuarenta fallecidos durante la pujanza de la inmensa hoguera? Con mucho respeto, con infinito respeto y dolor, recomiendo a los gallegos y asturianos que no se dejen engañar con mensajes interesados. Ojalá las Fuerzas del Orden averigüen pronto y detengan inmediatamente a los asesinos de hombres, mujeres, paisajes y seres vivos del Bosque Animado de Wenceslao. Animales silvestres y de ganaderías. Pero les puedo asegurar que ni Rajoy ha prendido fuego a su tierra, ni Alberto Núñez Feijóo, ni Abel Caballero, ni persona alguna inmersa en la normalidad. Hay que ser muy perverso para quemar la tierra, arrasar los hogares, arruinar el trabajo de años y más años, provocar la muerte de seres humanos, detener la belleza de los paisajes convertidos en ceniza. Hay que ser un desalmado para provocar tanto daño y dolor.

Hay que averiguar. Nada se gana acusando, o lanzando y colgando mensajes que perturban la verdad. Hacia el norte han volado el Presidente del Gobierno, el líder de la Oposición, el dirigente de Ciudadanos... y Pablo Iglesias, que lo ha hecho con la mala intención como único equipaje. Una tragedia como la de Galicia, Asturias y nuestra hermana Portugal no se alivia con presunciones de culpabilidad y señalamientos posteriores al drama. Lo cierto es que parece imposible, en estos momentos, reparar los daños producidos por la furia del fuego. Los militares de la UME y de unidades establecidas en Galicia y Asturias se han movilizado inmediatamente. Y guardias civiles, policías nacionales y locales, y el pueblo, al unísono. Mucho respeto y mucha cautela ante tanto dolor. La lluvia tardía ha llegado. La ley y la justicia lo harán pronto, pero hasta que no lo consigan, hay que volcarse en las soluciones y los consuelos, y no en la rabia y el odio premeditado. «Nunca Mais» terminó con el equilibrio social de Galicia, y durante meses enfrentó a sus gentes. Para algunos dirigentes aprovechados de «Nunca Mais» la normalización de la naturaleza terminó con sus chollos.

Lo que han vivido los gallegos y los asturianos –jamás olvidar la inmensidad de la tragedia en Portugal–, ha sido algo terrible cuyo origen radica en la maldad absoluta. No ha sido una catástrofe natural, sino un atentado terrorista contra las tierras y sus gentes. Hay que buscar, encontrar, juzgar y condenar a los terroristas. Aprovechar el drama para obtener un beneficio electoral es bochornoso, inmoral e infame.

Mucho respeto, mucho cariño, toda la ayuda que sea posible y a esperar que la Justicia ponga las cosas en su sitio. Un sitio calcinado que algún día volverá a nacer sus verdes, hoy malheridos y asesinados.