Irene Villa

Condenado al silencio

La entrevista en televisión del ex etarra Iñaki Rekarte no dejó indiferente a nadie. Mucha gente en las redes comentaba con enorme indignación que era una ofensa para el país, un gran error, porque un asesino no merece ser entrevistado ni escuchado por nadie. Sin embargo creo que la organización asesina merece que se diga bien alto que sus mercenarios estaban completamente manipulados y que algunos se arrepienten de haber destrozado familias y haber tirado su vida a la basura en nombre de una gran mentira. Confieso que desmontando como hizo, la mentira del nacionalismo, pensé: ojala a todos los que han formado parte del entramado de ETA y siguen defendiendo lo indefendible se les caiga de igual forma la venda de los ojos y la cara de vergüenza, dolor y arrepentimiento, y llamándose a sí mismos rebeldes sin causa, que lo que les movía era el odio, el victimismo... que tenían un enemigo ficticio, y que estaban, palabras textuales, «podridos por dentro», pensé: ya era hora de que alguien lo reconozca en voz alta. Sin embargo, la carta de Silvia, la hija del matrimonio asesinado por Rekarte, nos llega al corazón. «Nos has privado de muchos besos, abrazos, Navidades y cumpleaños... –dice– Nos has privado de muchas alegrías y también de muchos momentos de pena que sólo pueden ser aliviados por el abrazo cálido y reconfortante de unos padres». Jamás olvidaremos Silvia, y ojalá se cumpla tu único deseo de no oírle más: «Si a mí me condenaste al silencio de mi casa, hazlo tú en el silencio de la tuya».