José María Marco

Continuidades

La Razón
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Uno de los elementos más llamativos de la crisis griega es la reacción de los europeos ante el comportamiento de sus socios. Los europeos, en particular los alemanes, han tenido muchos motivos para no dejar que la eurozona se rompa. Razones económicas, que afectan a todos, incluidos los griegos; razones políticas, que intentan evitar el desprestigio de la eurozona y por tanto de la Unión, y motivos geoestratégicos, que recuerdan el papel crucial que Grecia jugó en el equilibrio entre el Este y el mundo libre durante la Guerra Fría, y puede jugar ahora como contención ante la Rusia del beligerante Putin. Todo esto explica que Yanis Varufakis, especialista en la teoría de juegos, siga convencido de que los europeos no dejarán nunca caer a los griegos.

Más allá está la pregunta que los alemanes se hacen en periódicos, conversaciones y debates: por qué los griegos, a los que se ha dado miles de millones de euros, se siguen comportando como señoritos estúpidos, en vez de como adultos responsables. Los europeos, y en particular los alemanes, tienden a pensar que comportarse como un adulto responsable es lo natural en todo el mundo.

Una respuesta es que Syriza, que presume de nueva política, como sus colegas españoles de Podemos, no representa una ruptura con la vieja política griega, sino la continuidad con los tics, las lecciones morales y los comportamientos de la Grecia más clásica: no la de Pericles sino, como ha apuntado Robert D. Kaplan, la bizantina y, en términos en apariencia algo más próximos, la de Papandreu y su peronismo intrínseco: un mundo perfectamente corrupto, que respeta sólo la fuerza, sin reglas interiorizadas y que no relaciona la propia conducta con las consecuencias que esta acarrea. Una parte importante de la sociedad griega, por ejemplo, se figura que las pensiones públicas son independientes de que se paguen o no impuestos...

Ése es el mundo nuevo, inédito y feliz al que nos quieren conducir nuestros compañeros politólogos. La lectura de los textos de éstos suele resultar interesante porque son gente educada, capaz de argumentos racionales. Es un discurso inteligente. Al mismo tiempo, es un discurso propiamente delirante, ajeno a cualquier brizna de realidad: tanto como proponernos a los españoles que nos despeñemos por el abismo griego o el venezolano. Claro que esto tampoco tiene remedio. Quien tendrá que elegir aquí es el PSOE, que tiene algo más que un punto de contacto con la antigua izquierda peronista, quiero decir socialista, griega.